Zona de confort
Por Jordi Vilá
Estás cómodo, te sientes confortablemente insatisfecho; a fin de cuentas, lo que hay al otro lado no puede ser mejor que lo que tengo ahora y, si lo fuera, el sacrificio sería excesivamente costoso, así que casi mejor me quedo como estoy.
¿Te suena?; este es el pan nuestro de cada día de todos nosotros, lo que llamamos la zona de confort o zona cómoda. Hay personas que empiezan a trabajarla y descubren que un océano de posibilidades se extiende ante ellos y otras que, simplemente, ni tan siquiera se lo plantean.
Hablo del jovenzuelo que no da el primer paso por aquella chica y ella, harta de esperar, acepta la proposición de otro, de aquella llamada que hubieras querido hacer y a la que te resistes por miedo a la respuesta, hablo de afrontar el disgusto por la actuación de un amigo, un familiar o un colega de trabajo al que, por no ofender, no compartimos y hacemos que todo siga igual, del ejecutivo que, por razones parecidas, es incapaz de dar feedback a su colaborador, con lo que lo único que consigue es impedir su crecimiento…
Son muchas las oportunidades perdidas por quedarnos en esa zona de confort. Siempre había oído que hay que salir de ella, e incluso lo hice pero, tras algunas reflexiones, tomo consciencia de que, más que salir de ella, lo que hice fue ampliarla, es decir, conseguir un yo más grande, más valiente, más capaz de asumir mis propios retos y vencer mis miedos.
Cuando me resigno a vivir de determinada manera por miedo a las consecuencias que se pueden derivar de ello, estoy permitiendo que las circunstancias manejen mi vida y me impiden vivirla en función de mi potencial. No se trata de ser un insensato, lanzándose a cualquier cosa sin prever las consecuencias si no, más bien, de preverlas y adoptar las medidas que te permitan afrontar las situaciones con una mínima seguridad. Que la negativa a una petición no te haga venir abajo, que hacer la sugerencia en el consejo, te permita sentirte seguro y auténtico, defendiendo aquello en lo que crees que, en una palabra, seas Tu.
Esa zona de confort está íntimamente ligada con el apego, con el apego a las cosas materiales, al estatus, a un amor que quizás es más vasallaje que otra cosa, al Ego, al rol que representamos…a tantas y tantas cosas inútiles que, ni por asomo, nos aportan la plenitud que tanto buscamos, sea de forma consciente o inconsciente.
Desde estas líneas te reto a que empieces a hacer obras en tu interior y te permitas ampliar la Casa de tu Vida, ¿qué me dices a eso?