Unión desunida
Por Jordi Vilá
Nacieron juntas y, de hecho, siempre estuvieron conviviendo. No era nada la una sin la otra, eran capaces de jugar bajo la lluvia, de salir a cantar una canción en la función escolar o de entablar una charla con aquella persona que tanto les impactaba.
En ocasiones, de hecho muchas ocasiones, discrepaban aquí y allá y entonces buscaban una mediación interior que les llegaba sin tardar, siempre, unas veces más acertada que otras pero siempre estaba ahí, analizando en la forma que tan solo ella podía analizar. Esa mediadora, siempre aguda aunque no siempre certera, era la intuición, nacida de su corta o larga experiencia, nacida de su interior más profundo.
En ocasiones una tomaba el mando y la otra, sin más resistencia, dejaba hacer, tal era su simbiosis, su compenetración y su confianza en la otra, una confianza que iba más allá de la comprensión humana.
Con el tiempo, las circunstancias hicieron que una creciera sobre la otra, que tomara el mando acallando siempre las voces, cada vez más tenues, de aquella alma gemela que un día fue y que quizás sería pero que necesitaba para ello el espacio que le permitiera Ser.
La marginada fue confinada a los más recónditos lugares, encarcelada, escondida por su inconveniencia ante la mayoría pero, la otra, cada vez se sentía más sola, más desorientada y más huérfana de su autenticidad que tan solo encontraba en aquella compañía que empezaba a añorar.
Por fin, decidió que, a riesgo de dejar de ser popular y respetada, iría en pos de aquella alma gemela con quien tantos momentos de plenitud había compartido, ora de alegría ora de tristeza, pero siempre en plenitud, coherencia y libertad.
No se si ya habéis identificado a las protagonistas de esta historia porque, aunque se que os resultan familiares e incluso habitan en todos nosotros, demasiadas veces las mantenemos separadas por enormes tabiques que nos impiden Ser, que impiden que podamos cimbrear como lo hacen los edificios ante el seísmo.
Sí, efectivamente, os hablo de la Razón y la Emoción, nacidas juntas y habitando en una misma morada pero en ocasiones condenadas a vivir separadas. De ti y de mi depende que, de nuevo, vuelvan a estar juntas y nos aporten esa plenitud, en demasiados momentos olvidada.
¿Volvemos a unirlas por nuestro bien y el de nuestro entorno?