Un trastolillo en mi organización
Por Jordi Vilá
La mitología cántabra nos habla de unos seres que habitan en aquellas tierras, los trastolillos, de los que me he vuelto su mayor fan, es más, diría que he creado su club de fans más acérrimos.
Estos seres, viven cerca de las casas y entran en ellas a hacer picardías… El Trastolillo es un ser juguetón, alocado, enredador, burlón y atolondrado que siempre está riéndose, aunque mostrándose después compungido por los estropicios causados.
En un mundo gris, con trajes grises, corbatas grises y zapatos negros, os propongo que integremos a estos duendecillos en la vida de nuestras organizaciones, trayendo la travesura y el aire fresco a la ortodoxia y el orden; creo que un poco de juego y diversión nos hará mucho bien y nos ayudará, en épocas difíciles y complejas, a ver las cosas desde un ángulo más abierto y menos contaminado por paradigmas trasnochados y carentes de color.
No hablo de abandonar el rigor, la innovación y la excelencia, hablo de hacerlos más ligeros, de darles ese toque de color que tan solo el trastolillo puede aportar, saltando desde la alacena a los fogones y, de estos, al jardín, riendo de forma compulsiva y contagiando de su alegría a todo aquel que se deje embeber, cada sistema sabrá como darle entrada en su morada.
Siempre he pensado que, en aquellos colectivos en que no se oye una carcajada de vez en cuando, han perdido una parte importante de la esencia del ser humano.
Uno de los cómicos más serios de nuestra historia, Charles Chaplin, Charlot, nos dejó una frase para el recuerdo: “Nunca te olvides de sonreír porque el día que no sonrías será un día perdido”
Os propongo que demos entrada a nuestro trastolillo, que le dejemos hacer, que nos permitamos seguir el consejo de Charlot sin que, por ello, perdamos ni un ápice de seriedad y, como decíamos en un equipo del que formaba parte “en esta empresa, nos divertimos muy seriamente”.
¿Cómo dejarás entrar al trastolillo en tu equipo, en tu organización?