Un alma herida
Por Jordi Vilá
Su ceño siempre estaba fruncido, su genio siempre vivo, el grito naciendo en su garganta, el gruñido perpetuo en su discurso, pero siempre no fue así, y quizás también dejaría de serlo…si tuviera el valor de dejar de serlo, abriera la puerta para que saliera el miedo y la ventana para que entrara la esperanza.
¿Qué historia habría tras tamaña coraza?, nadie quería estar ahí, todos le rehuían y nadie le invitaba a la verbena, su fiesta de cumpleaños o la noche de fin de año. Todos decían que era un bloque de granito al que nada afectaba, no obstante, nada más lejos de la realidad.
Bajo ese bloque gélido, habitaba un alma atormentada que, para no volver a ser herida, situaba en las almenas de su coraza toda la defensa, pensando que si no había proximidad, tampoco habría dolor, pero el dolor anidó ahí y parecía ser perenne, sin voluntad alguna de abandonar su nido.
En su trabajo, la perfección era su consigna y lo que le mantenía siempre al pie del cañón, nadie había que se le pudiera comparar en fiabilidad y eficiencia, era, de algún modo, su manera de justificar su presencia.
Porte aguerrido, presencia altiva, soberbia altanera. Nada que pudiera hacerle sombra, salvo ese dolor que enquistaba su alma.
Hasta que un buen día alguien le miró de verdad a los ojos, y ahí vio el dolor, la soledad, la herida aún abierta, y nació la compasión, mal entendida al principio y aceptada con congoja al final.
Ahí se rompió el dique, la presa crujió con el enorme sonido que hacen los diques de contención cuando se parten de pura presión. Y se abrió, se abrió ante esos ojos que quisieron mirar su interior y explorar esas heridas que, de puro antiguas, eran ya casi un fósil.
No fue fácil ni fue rápido, ni tan siquiera indoloro, pero empezó su curación con una mirada, una sanación que solo podía nacer del interior, de aceptar su llanto y su risa, hasta ayer olvidada, y ahí volvió a ser, no solo el Ser defensivo, sino también el Ser esperanzado.
Y fue con una mirada, y fue con una sonrisa sincera, y con una palabra amable y sin miedo, una palabra nacida en el puro corazón.
¿A quién conoces que necesita de esa mirada?