Tristeza
Por Jordi Vilá
Abrázame tristeza, hoy necesito que me mezas en tu regazo, necesito sentirte en toda tu intensidad, sumergirme en tu niebla, en esa niebla que me sume en un estado de lasitud.
Quiero estar contigo, huir de los consejos de quien me dice que todo pasará, que no hay para tanto, que no llore, que… porque necesito que las lágrimas enjuaguen mi apatía, que limpien el sentimiento que hoy ha llamado a mi puerta.
No, no quiero que te quedes más allá de lo imprescindible, pero sí que estés conmigo mientras me acompañas en esta parte de mi camino, el trecho en el que el sol no está presente, en el que el polvo se ha tornado un barro espeso y denso, para dar paso, cuando sea el momento, al día soleado que me mostrará los aprendizajes obtenidos.
Hay quien no te quiere en su vida, o quien es incapaz de dejarte ir y se empeña en que anides en él, y yo tan solo quiero que me acompañes, me hagas crecer y después dejarte ir. Quiero conocerte y que me conozcas, saber de ti y que tu sepas de mi, sin encadenarnos ni tejer redes que solo me anclarían en la zozobra.
Te compararía a un atardecer, o mejor al crepúsculo del día, sabedor de que mañana de nuevo el sol volverá a lucir en lo alto y, si no fuera mañana por la lluvia, sería al otro, o al otro, siempre consciente de que tras la tormenta saldrá el sol y que no existe el arco iris sin una lluvia previa.
Gracias tristeza por dejar tan importantes posos en mi Ser, por ayudarme a crecer aún un poco más, gracias y adiós, y hasta la próxima, porque un día volverás.
¿Ya has aceptado tu emoción sin atarla ni evitarla?