Trata a los demás como quieren ser tratados
Por Jordi Vilá
A menudo, tanto a nivel personal como a nivel corporativo o institucional, echamos mano de una frase que he oído miles de veces, por no decir centenares de miles de veces: trata a los demás como a ti te gustaría ser tratado, ha sido una frase que me ha acompañado toda mi vida y que he utilizado sin el menor asomo de rubor, dándola por buena ya que, a fin de cuentas, había sido mi fiel compañera de viaje.
Es un mandato que desde siempre estuvo conmigo y es un mandato que he decidido romper, por mi propio bien, por el bien de las personas con las que me relaciono y, sobre todo, por el bien de la diversidad.
Afortunadamente, todos somos iguales pero también todos somos diferentes, en la inmensa mayoría de nosotros necesitamos sentirnos miembros de la comunidad pero, a la vez, necesitamos saber que somos únicos e irrepetibles. Si digo que soy hombre, europeo y católico, estaré compartiendo características con, por lo menos, un centenar de millones de personas; si a eso añado aspectos tales como ser moreno, creyente en la humanidad, padre y enamorado del barrio de Gracia de Barcelona (España), posiblemente eso se reduzca notablemente.
En demasiadas ocasiones esa celebre frase trata a los demás como a ti te gustaría ser tratado, nos lleva al “café para todos”, algo injusto por cuanto no hay mayor injusticia que tratar igual a personas diferentes, algo que podemos ver en las familias, en las empresas o en las organizaciones de cualquier tipo.
Desde este foro propongo un cambio sustancial en la frase y propongo también que no sea un mandato que seguir si no, bien al contrario, una convicción que hacer nuestra: trata a los demás como quieren ser tratados.
Habrá quien encontrará esto una cuestión de matiz o que incluso encontrará detestable que algunas personas quieran ser tratadas de un modo que ellas consideran inmoral, algo basado, en una buena parte, en nuestra educación, en nuestros valores, algo considerablemente diferente entre una cultura y otra, pero también entre una familia de un edificio y sus propios vecinos, o entre un Equipo de trabajo y otro, ambos de la misma organización, institución u organismo.
¿Nos atrevemos a probarlo, aún y considerando que nos sacará de nuestra zona cómoda?