Trabajo bien hecho
Por Jordi Vilá
Miércoles, 6:00 de la mañana, estoy sentado en un taburete en la cafetería que hay en la T1 del aeropuerto de Barcelona, justo frente a la puerta A02, una de las del Puente Aéreo Barcelona-Madrid, ensimismado en mis pensamientos, de repente una voz masculina profiere una exclamación que no deja lugar a dudas: ¡shit!
Levanto la vista y veo un hombre de mediana edad vestido con traje mirando la mesa (compartida por varias personas), en la que se le ha derramado su café con leche, la verdad es que toda la mesa está llena de leche, una mesa de unos 150 cms. de diámetro, su disgusto está bien justificado.
Va hacia la barra donde dos señoras también en la mediana edad están atendiendo la barra en la que no hay demasiada gente, señala la mesa y les pide un trapo para limpiar el desaguisado, hasta ahí todo normal, un señor bien educado que es consciente del estropicio y de su causante.
Una de las señoras de la barra toma un rollo de papel de cocina y va ella misma a la mesa junto con una bayeta húmeda, en la chapita que lleva en el uniforme pone su nombre: Encarna. Va con la mejor de sus sonrisas y sin el menor asomo de recriminación a su cliente, algo muy de agradecer en esta situación.
Realmente llamó mi atención ver una persona que hacía el trabajo con una sonrisa, sin quejas por un incidente y con un espíritu de servicio que me pareció encomiable, algo para resaltar.
Cuando alguien realiza su trabajo de esta forma consigue que la empresa adquiera una notoriedad que, por desgracia en nuestro país, no suele ser bandera, por decirlo de algún modo, la Sra. Encarna se convirtió en la mejor embajadora de su empresa un miércoles cualquiera, justo cuando el alba aún se estaba desperezando.
Todos, de un modo u otro, estamos de cara a un cliente, ya sea interno o externo, implícito o explícito, y es importante que el cliente se sienta satisfecho del producto o servicio que recibe, la cara de aquel hombre era de profundo agradecimiento y alivio.
¿Cómo puedo mejorar en mi servicio al cliente?