Técnica y arte
Por Jordi Vilá
Imagina por un momento a Paco de Lucía tocando entre dos aguas, ahora imagina a la Callas cantando cualquiera de sus piezas, o a Mike Oldfield en Tubular bells, ¿qué sensaciones llegan?, ¿qué hacía distinto a Mozart?
Ahora vayamos al mundo del deporte e imaginemos a Rafa Nadal, Fernando Alonso o Mireia Belmonte, ¿qué les diferencia de tantos y tantos colegas?
Lo mismo diríamos de Monet, Gauguin, Picasso o Dalí, su trazo perfecto en ocasiones, siempre inspirado e inspirando emociones, despertando pasiones tras sentir su arte.
Podríamos extendernos a cualquiera de los ámbitos del ser humano, por ejemplo, veamos la genialidad de Antoni Gaudí, Puig i Cadafalch o Domenech i Montaner, la técnica está presente, pero la técnica la alejan de la vulgaridad para tornarla arte.
Lo mismo podríamos decir de la cocina, incluso de la limpieza o de hacer una cama, como nos sugería Robin Sharma (2010) con esta disciplina o con la venta de libros.
Vemos grandes técnicos y pocos artistas, y es que quizás, solo quizás y como hipótesis, la técnica está muy bien y garantiza perfección…técnica, y a mi modo de ver queda coja, sería como decir te quiero sin entonación alguna.
Por mi parte, hago porque en cada palabra y en cada acto, se refleje el corazón y, posiblemente, mi nivel técnico esté lejos de la perfección, no obstante, el impacto en las personas es elevado.
Cualquier actividad que realizamos carente de pasión es como un cuerpo donde el corazón no late, el cuerpo sigue siendo perfecto, pero ahí no hay vida.
Imaginemos una vida en la que pongamos esa cucharada de corazón, ese chorro de emoción, aquella mirada de compasión, ¿qué ocurrirá entonces?
La técnica junto a la pasión configura el arte.
¿Me conformo con la técnica o me permito llegar al arte?