Silencio
Por Jordi Vilá
Según nuestro diccionario, silencio es no hablar o ausencia de ruido, en función de la acepción que utilicemos. Desde estas líneas y, sin negar tal evidencia, querría profundizar un poco más en tal término.
El silencio preside nuestro Ser, nos invita a entrar en nosotros mismos, y puede haber también a quien le produzca auténtico pánico, ya que necesita el ruido para no estar consigo mismo y descubrir quien es.
En el silencio indago, exploro en mí, transito por mi camino interior y me invito a entrar en lugares recónditos cuyas puertas están cerradas al bullicio; para ello, también debo acallar mi voz interior y permitirme estar en presencia plena.
No es casualidad que, en todas las formas de crecimiento interior, el silencio tiene un protagonismo esencial. Los ejercicios espirituales, la meditación, la introspección, en todas ellas, el silencio es el invitado principal al festejo en el que agasajamos al Yo, dándole la bienvenida como al hijo pródigo.
Escuchemos al silencio, démosle la bienvenida, oigamos sus matices, bebamos de sus fuentes de sabiduría, permitamos que nos abrace, que inicie su danza con nosotros, que nos lleve allá donde le sea dado llevarnos y, sobre todo, no le temamos porque en él radica nuestra esencia.
Veámosle colorido, veámosle como aquella persona amiga que sabemos que no nos fallará, que nos permitirá entrar en las moradas que el ruido nos cierra. El silencio es mi luz, mi camino y mi descanso.
¿Tienes disposición a abrirle la puerta al silencio?