Roles fantasma
Por Jordi Vilá
– No nos explicamos el por qué de todo esto, hemos hecho los cambios que consideramos importantes, en procesos, en personas, incluso en elementos físicos y, sin embargo, no conseguimos salir de este estancamiento –
Esta podría ser la confidencia de un directivo de una empresa cualquiera, de un sector cualquiera, en cualquier momento, ya que es una conversación que puede producirse sin importar ninguno de los parámetros en los que hayamos centrado nuestro análisis, ¿qué ocurre entonces?
¿Qué es lo que ocurre cuando todo sigue igual tras haber realizado importantes cambios?.
Posiblemente hayamos descuidado considerar lo que Mindell (2004), dio en llamar el Rol fantasma, un rol, tan presente y condicionador como el resto de roles de un equipo o sistema, aunque con una singularidad muy característica: no existe. – ¿Pero como puede estar presente sin existir? – os preguntaréis.
Son aquellas personas, aquellos roles, que ya no están corporalmente con nosotros pero que aún influyen en la cultura del colectivo. Podríamos hablar de aquél compañero que fue despedido, aquel CEO que tan buen o tan mal recuerdo nos dejó, aquel colega que desapareció en un desgraciado incidente… en resumen, cualquier persona que, aún sin estar ya entre nosotros, sigue impactando notablemente en la forma que tenemos de hacer las cosas.
– ¿Cómo puede ser que el recuerdo de Mendioca aún nos condicione de tal modo? – pues es sencillo, las cosas siguen haciéndose del mismo modo, como aquel pescado que se cocinaba cortando la cabeza y la cola porque sino, no sabía igual cuando, la verdad, era que la abuela lo preparaba así porque no le cabía entero en la antigua cazuela.
Trabajar esos roles fantasma, despedirlos, quedarnos con lo que de bueno nos aportaron y despedir aquello que tan negativamente nos condicionó, nos ayudará a realizar ese tránsito que tanto nos está costando, aunque es importante que el equipo en pleno participe, que afloren los sentimientos relativos a él y se haga limpieza de los hábitos poco saludables que pudieran quedar.
¿Cuántos fantasmas guardamos aún en el armario de nuestra organización, de nuestro sistema?