Organizaciones con alma
Por Jordi Vilá
Serán así o no serán, así de claro, así de contundente la afirmación, aunque quizás antes de continuar debería definir lo que considero una organización con alma.
El diccionario de la RAE, en su sexta acepción nos define alma como Sustancia o parte principal de cualquier cosa. Añadiría que esa parte principal, es nutritiva para las personas que están inmersas en ella, que les provee de los nutrientes necesarios para un desarrollo personal y profesional suficiente para su crecimiento.
La verdad es que he conocido algunas, al menos en una parte de su existencia, organizaciones preocupadas por el bienestar de todos sus grupos de interés, organizaciones que priman especialmente el alineamiento de sus valores con los valores de sus colaboradores.
Se trata de entes con profundas convicciones, colectivos cuyo liderazgo no está basado en el beneficio aunque, curiosamente, pueden ser las que mayor beneficio arrojan al final del ejercicio, haciendo buena la creencia de que centrarse en el camino, en el proceso, es hacer que el beneficio sea una consecuencia y no un fin en sí mismo.
Sus líderes crean otros líderes, más que crear seguidores, están en continuo aprendizaje y la humildad verdadera, no la falsa, es algo que les caracteriza, siendo conscientes de sus fortalezas y sus debilidades. No son instituciones fáciles de liderar ya que, habitualmente, la pasión mueve buena parte de sus engranajes, sus máximos responsables son un ejemplo de coherencia a seguir y hay un clima de autorresponsabilidad flotando en el ambiente.
Estoy convencido de que todas las organizaciones tienen un alma, quizás aletargada, quizás enterrada, a lo mejor dormida, pero alma al fin. Despertarla no es tampoco tarea fácil pero en un futuro y tal como enunciaba al principio del texto, si no se despierta, simplemente no será, y no lo será porque no podrá contar con la colaboración de los mayores talentos ni tendrá la capacidad de desarrollarlos dentro, habida cuenta de la ceguera causada por el protagonismo de sus dirigentes.
La receta no es compleja, lo complejo es vencer los miedos, desaprender parte de lo aprendido y lanzarse a una suerte de viaje que traerá todo tipo de etapas, muchas de ellas, auténticos puertos de montaña. Una vez hecho eso, iniciar el proceso de introspección organizativo y personal.
Hace unos meses trabajé con un equipo que fue capaz de reunir estos ingredientes y el cambio no fue tal, consistió en una transformación, ¿para ello?, vencer los miedos a los que aludía y ser capaces de desvelar el mayor de los tesoros: la confianza.
¿Quiero ser una organización con alma?