Nuestro don
Por Jordi Vilá
Leo Messi enamora con el balón, Montserrat Caballé con su canto, Gregori Perelman con los números, como lo hizo Becquer con el verso, John Lennon con su música, Henry Ford con el mundo de la empresa o Steve Jobs con la creatividad pero, ¿os podéis imaginar a Caballé tirando desde la línea de los 6,25, Jobs cantando una aria, Ford subido a unas anillas o Lennon diseñando uno de los modelos de General Motors?
Todas las personas mencionadas, han sido importantes referentes en sus ámbitos de actividad, incluso se habrían desenvuelto con soltura en otras y en otras más, por el contrario, habrían sido auténticos desastres y, ¿son por ello menos válidos, menos inteligentes?; probablemente, algunos contestarán que tirar una pelota a una portería no es inteligencia, o que no es lo mismo componer una tonadilla que escribir una novela pero ahí es donde, a mi juicio, podemos cometer un error garrafal.
Tengo el firme convencimiento de que todos tenemos un don, algo para lo que estamos especialmente dotados, la lástima es que no todos lo llegan a descubrir y se quedan toda una vida pensando que no pasan de la mediocridad, y eso con suerte.
En el mundo de las empresas, nos encontramos con cosas muy parecidas y vemos a personas con vidas tremendamente activas fuera del circuito profesional, desempeñando funciones monótonas y rutinarias, muchas veces por causa de una falta de curiosidad por parte de sus jefes.
Howard Gardner (1983), ya nos enuncia su teoría de las inteligencias múltiples, mediante la cual ha producido una pequeña revolución al sostener que no es solo el CI el que mide la inteligencia, puesto que no es la cognitiva la única de las inteligencias posibles, elevando hasta 8 las tipologías existentes y teniendo en estudio otras dos que posiblemente pasarán a engrosar la lista.
En España, ya hay algunas escuelas que están trabajando bajo esos parámetros, lo cual acredita que obtendremos los frutos, como sociedad, en unos 15 años, con una mayor cantidad de jóvenes que habrán tenido la fortuna de encontrar su don, aquello para lo que están especialmente dotados.
Que Mesi no tenga un CI de 150 es tan importante como que la Caballé no sepa resolver un algoritmo, o que el Doctor Valentín Fuster sea incapaz de correr una maratón en menos de dos horas y media. Cada cual con su talento, posiblemente con más de uno pero, para eso, debemos tener la oportunidad de descubrirlo, y eso es un deber de todos nosotros como sociedad.
¿Indagamos en nuestros talentos o nos conformamos con lo que nos ha sido dado vivir?