Noche de Reyes perpetua
Por Jordi Vilá
Hoy declaro que sea día 5 de enero por la tarde, en cualquiera de las ciudades del mundo. Es posible que un montón de preocupaciones estén presentes en cualquiera de las personas que están por la calle, ya sea del guardia, de la mamá que va con los dos niños, de la empresaria, del sin techo o del directivo, pero todas ellas parecen haber quedado, al menos por un tiempo, en la caja de la espera.
Ojos que bailan, esperanzas que se refuerzan, sueños que parecen tocarse. Mayores que miramos ilusionados las caritas de nuestros pequeños, pequeños que miran con admiración a sus mayores, algún sabio y otros muchos inocentes todavía, con una ilusión común: sus deseos cumplidos, para unos el anhelado viaje, para otros, aquella muñeca, para el de más allá, la documentación que le permita vivir en paz, el contrato de salvación, el juguete, la paz, volver a casa o ese puesto de trabajo.
Esta noche no hay nada imposible y, de hecho, en la mañana de Reyes tampoco. Una manta es suficiente, un abrazo nos desborda, quizás un simple beso colme nuestras ambiciones, o podría ser aquella sonrisa que tanto tiempo anduvimos buscando.
Unos días en los que todo es posible, en los que aunque parezca imposible, esperamos que aquello se cumpla, ponemos los medios, inventamos lo increíble, descubrimos lo recóndito, llegamos hasta los confines….de nuestra confianza y hacemos posible aquello que quizás pensamos que nunca lo fue.
Ahora supongamos mantener ese espíritu el resto del año, imaginemos no pensar jamás que esto o aquello es imposible, que encontraremos la forma de que sea realizable, que arrancaremos esa sonrisa o aquel abrazo, que conseguiremos aquel contrato, aquel trabajo o aquel cambio de vida que tanto habíamos ansiado, pero lo haremos desde esa ilusión de unos ojos desbordados, de una confianza en nosotros, desterrando el no puedo, no debo, no, no, no…
Cada día es el inicio del resto de nuestra Vida; podemos dejarla pasar o podemos iniciarla con la fuerza de quien se sabe vencedor de sus propias limitaciones, en cualquier faceta de las que nos quepa imaginar.