No soy un delincuente, solo estoy en paro
Por Jordi Vilá
Es un título un tanto agresivo, pero liga con la anécdota sobre la cual quería hacer la reflexión. Un cliente que acabó siendo, además, un buen amigo, me contaba un día que le habían despedido de un día para otro, sin más explicaciones, todo y que los objetivos habían sido cumplidos con creces los últimos 4 años.
Como imaginaréis, el hombre estaba angustiado, especialmente porque tenía un contrato de alta dirección sin ningún tipo de blindaje, es decir, se iba a la calle con el preaviso de 3 meses y una indemnización de una semana por año trabajado. Su angustia venía por que era padre de familia numerosa…numerosa, con hijos cuyas edades oscilaban entre los 5 y los 20 años, es decir, una gran necesidad de fondos mensuales y sin un cojín financiero.
Pensé, me decía, que unas cuantas llamadas me ayudarían a solventar la solución, pero la verdad es que aquella gente que hacía solo unas semanas me perseguía, ahora me rehuía, incluso el Head Hunter al cual le había dado un buen número de selecciones por hacer y mucha facturación, dejó de contestar mis llamadas.
Pasaron 2, 3 semanas y nadie me cogía el teléfono, incluso habían personas que se hacían los despistados para no coincidir conmigo, sostenía este amigo.
Creerme, por si hay opción a la duda, que es un gran profesional y mejor persona, con excelente formación, idiomas hablados de forma fluida, unos valores sólidos a prueba de cualquier tentación y una edad adecuada para las posiciones a las que estaba habituado, poco menos de 50 años.
No obstante, para una persona así, siempre hay posibilidades que se abren en los lugares más insospechados, y así fue, aunque no como el pensaba, si no viéndose obligado a convertirse en un experto en la resolución de conflictos y en la internacionalización de PYMES, ya que estas eran áreas fuertes en su bagaje.
No fue ajeno tampoco ese selecto grupo de amigos que se volcaron en darle, ya que no un empleo, sí todo su soporte emocional, como su esposa y sus hijos, que en todo momento estuvieron ahí.
Hace unos días coincidimos y la verdad es que hacía demasiado que no nos veíamos, así que el encuentro fue muy sentido, con un buen abrazo como saludo. Me contaba como ha vuelto a nacer profesionalmente, de una forma completamente distinta a como el imaginaba y como había descubierto el valor de la amistad, por encima del llamado “networking” profesional.
Llegó a darme la impresión de que había cometido un delito, de verdad. Eso me hizo darme cuenta de que hay algunas cosas que importan de verdad y, el resto, no son más que necesidades ficticias.
¿Qué crees hoy que es importante para ti?