Miedos al coaching de equipos
Por Jordi Vilá
Dentro del coaching de equipos, lo que pretendemos es encontrar la mejor versión de ese colectivo. Los coaches no hacemos otra cosa que retar continuamente al equipo a hacer descubrimientos sobre el mismo, a tomar consciencia del lugar en el que se encuentran, descubrir sus fortalezas y sus limitaciones, ver como llevar a la excelencia las primeras y como eliminar las segundas pero eso, obviamente, pasa por una profunda introspección.
Encontramos un montón de personas ávidas de realizar ese tipo de descubrimientos, pero también encontramos un buen número de organizaciones que se muestran aterrorizadas cuando se plantean realizarlos, quizás porque piensan en aquellos temas “innombrables”, en aquellos temas tabú que, conocidos por todos, son caminos espinosos que producirán algunas escoceduras y pretenden evitarlas, ignorantes que, lejos de eliminarlas, las acrecientan.
No es un camino de rosas conseguir transformar un grupo de trabajo en un equipo y este en un equipo de alto rendimiento. Hay que tomar grandes dosis de humildad, como individuo, como colectivo y como organización, porque no es oro todo lo que reluce, pero también es cierto que, hasta que no se profundiza en la herida, esta no podrá sanar de un modo consistente y sin recaídas.
Admiro la valentía de aquellas organizaciones que nos han pedido trabajar con algunos de sus equipos, algunos para superar sus problemas, otros porque son equipos que inician su camino y quieren hacerlo de un modo transparente desde su inicio, sin crear bolsas de desconfianza o resentimiento que es lo que está a la orden del día y otros, simplemente, para encontrar esa versión plus de sí mismos.
En algunas ocasiones me he encontrado con miembros del comité de dirección que temían realizar un proyecto de esta tipología por los conflictos que de ello se podían derivar, no obstante, en ese entorno no se crean conflictos y sí, en todo caso, se afloran aquellos que son del dominio público y que se acallan sin resolver, constriñendo al equipo e impidiéndole avanzar.
La pregunta nace desde el propio equipo, ¿cómo seríamos si en nuestro quehacer cotidiano reinara la máxima confianza, si nos pudiéramos expresar de un modo transparente, si pudiéramos contrastar impresiones, por alejadas que estuvieran, de un modo constructivo?.
Imaginemos que esto fuera así, que los conflictos se pusieran sobre el tapete, que cada cual, dentro del equipo, expresara su sentir sin ningún tipo de temor, ¿qué ocurriría entonces?.
Es curioso observar la resistencia que hay a utilizar herramientas de este tipo, aplicar evaluaciones a 360º o cualquier otra que pueda mostrar la vulnerabilidad del sistema.
¿Nos atrevemos a dar un paso adelante? El resultado merece la pena y el camino hasta alcanzarlo, también.