Mi hogar
Por Jordi Vilá
Cuando estoy en él lo reconozco, es indiferente dónde me encuentre, sé que estoy en mi hogar, sean cuales sean las paredes que me acogen o las fronteras que lo delimiten, todo está impregnado de un algo especial, no me preguntes qué, simplemente es algo especial, muy mío, muy nuestro.
Miro a mi alrededor y veo paredes, ventanas, y me digo, esto no es mi hogar, esto es simplemente un apartamento, un piso, una casa, una habitación de hotel, pero no mi hogar.
Por el contrario, aún y estando en el otro confín del mundo, puedo sentir que aquél es mi hogar, ¿qué lo hace?, olores, sensaciones, recuerdos, que quizás aún no llegaron a hacerse y, sobre todo, sentirme que puedo Ser yo.
Nada define mejor la palabra hogar que la frase que me dice que es el lugar dónde puedo permitirme ser yo, esté con quien esté, aunque la presencia de determinadas personas hace, obviamente, que la llama del hogar se avive y cobre más y más fuerza.
¿Dónde está tu hogar?, solo tú lo puedes saber, solo tú sabrás reconocerlo, y es posible, solo posible, que no sea el lugar en el que habitas, más prisión del personaje que hogar.
Podrás pintar sus paredes, impregnarlo de los más exóticos aromas, colgar algunas fotos y poner algunos cuadros y, aun así, podrás sentirte un extraño en tu propia casa. No se trata de paredes exteriores, se trata de compuertas interiores.
En mí está mi hogar, solo tengo que dejar que aflore, que tome posesión de esas paredes en las que decidí asentarme, que aquello que de mi fluye impregne, ahora sí, cada uno de sus rincones.
¿Es la casa un hogar o tan solo un mal sucedáneo?