Mañana saldrá el sol
Por Jordi Vilá
Ayer, en el apartado Internacional de la edición digital de El País, aparecía una noticia terrorífica, triste, una muestra de las cotas que están alcanzando las consecuencias de esta economía nuestra.
Hablaban de dos suicidios en Italia, es igual el modo, en cualquier caso, penoso, dejando un impacto importante en las personas que les acompañaban cotidianamente aunque, eso sí, uno de ellos no tenía a nadie que el supiera.
No soy quien para juzgar la acción, pero sí soy quien para reflexionar sobre el hecho, sobre lo que nos puede llevar a tomar esa drástica decisión porque, no olvidemos, aunque digamos que jamás lo haríamos, nunca sabemos lo que somos capaces de hacer si las circunstancias lo propician.
Me ha recordado la película que cada año por Navidad, hacían 2 ó 3 veces: Que bello es vivir, donde el protagonista, James Stewart, es visitado por un ángel para mostrarle el impacto que había tenido en las personas con las que había convivido, desde sus hijos hasta su esposa, pasando por el posadero o la gente del pueblo. Es curioso como a algunas de ellas las olvidamos cuando ellas, nos llevarán por siempre en su memoria, y es que quizás representamos algo importante para sus vidas, a lo posiblemente sin saberlo.
Hemos recibido una vida y tenemos el deber de vivirla, decía José Luis Sampedro en unas recientes declaraciones, y es que no hay mayor muestra de grandeza que esa vida, la de cualquiera de nosotros, de cualquier etnia, de cualquier nacionalidad, religión o creencia.
Podemos perder nuestro trabajo, vernos abocados a la indigencia, y seguiremos teniendo lo más preciado: nuestra vida, nuestra esencia, porque ella habita, no en nuestra casa si no en nuestro interior y forma parte del universo como el universo forma parte de ella en una maravillosa simbiosis.
Permitámonos querernos, por encima de nuestras posesiones, por encima de nuestro statu quo, nuestra posición social o nuestro cargo, porque estamos por encima de todo ello, muy por encima. Hagámonos una simple pregunta, ¿qué ocurre si pierdo eso?, seguiré percibiendo la lluvia caer, seguiré oyendo la carcajada de nuestro hijo, seguiré sintiendo el frío o el calor; seguiré agradeciendo esa muestra de cariño o de amor, quizás de un desconocido.
Sintámonos agradecidos por SER, simplemente ser, porque este nuevo estado de las cosas, nos llevará a una sociedad en la que por fin el Ser estará por encima del tener o del estar. No somos un rol, no somos un cargo, ni tan siquiera una cuenta bancaria, somos más, mucho más que eso.
La Vida es hermosa. Por más que hoy sea un día gris, mañana saldrá el sol, ¿lo veremos juntos?