Los mapas profesionales han cambiado
Por Jordi Vilá
Hace unos días tenía una conversación con una persona de edad similar a la mía, cincuenta y pocos, andaba el hombre un tanto decaído por la respuesta del mercado a la búsqueda de su puesto de trabajo.
Cabe decir que es una persona brillante en el intelecto y emocionalmente bien amueblada, es decir, cumpliría unos requisitos estándar para ocupar cualquier posición de su ámbito de conocimientos, bagaje y experiencia, pero tan solo recibe del orden de un 1% de respuestas a las posiciones que aplica.
En el debate, tremendamente interesante que mantuvimos, una luz iba apareciendo a ráfagas: el mercado laboral está cambiando, las estructuras ya no son las mismas, el trabajo para toda la vida se ha acabado y, las nuevas generaciones, tienen unos valores distintos a los que nosotros tuvimos.
Ahora, tomemos esos ingredientes y agitémoslos bien cual James Bond con su Martini, ¿qué sacamos de ahí?, tal como lo veo, y es tan solo mi visión, nos empeñamos en seguir buscando los puestos de trabajo del siglo pasado, de forma muy parecida a la de entonces, es decir, de una forma mas bien reactiva y me explico: aparece un anuncio en cualquier medio y respondemos a él.
También está la candidatura espontánea, esa que nos hace sentir mejor pero que no siempre obtiene resultados, ¿y entonces?
No digo que esas no sean formas válidas, lo que digo es que el mercado ha cambiado y lo ha hecho a tal velocidad, que las carreteras que aparecían en esos mapas, ya no existen, han aparecido nuevos caminos, nuevas rutas, pero aún no están en todos los mapas.
La persona con la que hablaba, había desarrollado un concepto rupturista y con resultados contrastados que incluso está funcionando en otros países de Europa aunque no en España, ¿qué le impide lanzarlo aquí?, pues os diría que barreras mentales que le impiden trabajar para ello (desterremos la palabra intentar).
Empecemos a pensar como trabajadores del conocimiento, como personas que aportamos valor, sea desde donde sea y en la forma que sea, y quizás, solo quizás, empiecen a aparecer esas nuevas rutas en nuestros mapas.
Seguro que alguien me tildará de iluso, incluso de vendehúmos, pero hay demasiadas personas que obrando de este modo, han conseguido unas vidas profesionales plenamente satisfactorias, como para pensar que no sea posible.
Entre el agorero y el maníaco, hay un punto medio, justo ahí dónde se encuentra la virtud, justo el sitio por el que empezar a trabajar, conscientes de que hay dificultades, y que también hay soluciones, no las de siempre, pero soluciones al fin.
¿Por dónde empezamos?