Lo que toca
Por Jordi Vilá
Estudiar, sacar buenas notas en el Insti o en el cole, ser un pelín díscolo en la adolescencia, lo justo para no molestar demasiado, pero tampoco en sentido contrario para no ser un bobalicón.
Luego los estudios superiores, si los hay, la Uni siguiendo, o no, la tradición familiar o los deseos velados de los progenitores, aquel deseo incumplido que debe cumplirse en carne filial.
Después vendrá un trabajo, aquel para el que se recibió la formación, un trabajo estable, de los de “para toda la vida”, que decían los abuelos, ignorantes que en estos tiempos eso deviene una quimera.
…Y no hay una vida como manda la ortodoxia sin una pareja, nada de soltería, que si alguien está en soledad es porque tiene algo raro.
Tras ello, hijos, la perpetuación de la especie, no sea que caigamos en la autocomplacencia y el egoísmo, tantos como manden los cánones.
Todo esto es lo que toca, es lo que hace, en teoría, que lleves una vida ordenada (los trapos sucios se lavan dentro), digna de ser vivida, aunque… ¿vivida por quién?
Veo en demasiadas ocasiones que lo que manda la ortodoxia no crea más que frustración y ansiedad, que lo que toca no es más que un inmenso teatro, personas que llegan a hacer un proceso de coaching porque sienten que quieren vivir su vida y no saben cómo hacerlo.
Personas a las que, desde fuera, catalogaría la sociedad como brillantes, se sienten vacías, como si vivieran esa vida desde la barrera, siempre tratando de vivir en la corrección, quizás una vida pequeña, pero en la corrección, en “lo que toca”, no sea que entremos en la categoría de los “raritos”.
El problema viene porque compramos una idea de éxito compuesta por una serie de elementos arbitrarios, configurados por la cultura en la que estamos inmersos y, ¿qué pasará si mi idea del éxito es distinta y no la estoy viviendo?
¿Qué es lo que querrías cambiar?, no temas hacerlo, cierto que pagarás un precio, y también cierto que tendrás una recompensa, y que las responsabilidades adquiridas son tuyas y de nadie más.
En su día lo hice y la verdad es que muchas cosas cambiaron y, aunque en un principio pensé que sería para mal, después pude comprobar que era para bien y que no hay crecimiento sin riesgo.
¿Cuál es tu idea de una vida plena?