La responsabilidad del Coach y el tempo del cliente
Por Jordi Vilá
Todos los coaches sin excepción queremos que nuestro cliente avance en su camino, que evolucione hacia el destino que él o ella mismos se hayan fijado, y es habitual que un coach con poca experiencia quiera que ese avance se produzca deprisa, más aún si los tempos de ese coach son rápidos.
Y ahí es donde empiezan a surgir las disyuntivas, ¿qué es avanzar?, dejarme que os recuerde que el bambú japonés tardará 6 años en empezar a brotar al exterior, ¿significa eso que no avanza?, no, en absoluto, lo que ocurre es que se está preparando, tejiendo un intrincado sistema de raíces que permitirán su crecimiento posterior al exterior, algo que no ocurre con otras plantas de crecimiento más rápido y también con menor resistencia.
Del mismo modo, cada persona tiene su tempo, tiene que afianzar su interior hasta que los cambios puedan ser visibles, y esos cambios se producirán tan solo cuando la persona quiere que así sea y en el momento en que esté preparada para ello.
Por otro lado, no importa lo que el coach quiera, entre otras cosas porque, en Coaching, hay aprendizaje, no enseñanza y, por último, lo que para alguien puede ser muy lento, para otros puede ser ir a la velocidad de la luz y provocar bloqueos significativos si se fuerza lo que no debe forzarse.
Nuestras sesiones forman parte de esa preparación al crecimiento, la responsabilidad del coach reside en sostener el proceso, la de nuestro cliente, en conseguir los resultados, a su manera, a su tiempo y con sus formas de ver el mundo y los cambios que quiera realizar en ellas, tan distintas para distintas personas.
Todo tiene su tiempo y su significado, también el camino de nuestro cliente, de ahí que este maravilloso cometido sea el de acompañar, no el de guiar, de retar en la forma y fondo adecuados, de sostener, de generar un espacio de seguridad y confianza suficientes para que la persona decida superarse a sí misma.
Como coach, pregúntate si tu cliente no avanza, o tú crees que no avanza, son conceptos distintos, como el crecimiento del bambú, y pregúntate también si es el ego quien te impide ver su avance, o la ceguera de quien cree tan solo en su propio sistema de creencias y valores.
Y ahora, mira a tu cliente con una nueva mirada y ve en él o en ella, a aquella persona que está emergiendo de sí misma, a aquella persona que quiere Ser, como la mariposa que rompe su capullo.
Y, por último, mírate a ti, ¿qué es lo que ves y qué es lo que quieres ver?