La emocionalidad, el equipo y su coach
Por Jordi Vilá
Los equipos y sus líderes son grandes maestros en centrarse en la parte racional del proceso, suelen ser excepcionales en el qué y en el cómo, e incluso consiguen grandes resultados sin pasar de ahí, sin que lleguen a ser excepcionales, sin que lleguen a superar, y con mucho, las expectativas generadas por ellos mismos.
Los equipos se centran especialmente en el nivel organizativo e incluso pueden llegar a sumergirse, si el liderazgo es algo más avanzado, en aspectos lúdicos que pertenecen al área afectiva, tendentes a construir equipo, a reforzar lazos, a premiar aquello que es resultado del esfuerzo conjunto. De algún modo, son buenos constructores de la parte visible del edificio ignorando, en demasiadas ocasiones, los cimientos del mismo, esa parte que queda oculta pero que da soporte a un sinnúmero de plantas sobre el suelo y que le aporta solidez.
En este punto, es en el punto en el que la facilitación por parte de un coach de equipos resultará extremadamente útil; ¿dónde?, os preguntaréis, precisamente en el área afectiva ya enunciada, pero en un nivel más profundo, aquel nivel en el que la fragua del hormigón emocional, aporta la adecuada resistencia de sus cimientos.
Así como la parte visible se ocupa de los temas racionales, la oculta se va a ocupar del área sensible, de aquellos elementos que contribuyen al sentimiento de pertenencia, a la construcción de la confianza, a la flexibilidad de afrontar el conflicto de un modo constructivo y diverso, algo en lo que parecen existir ciertos temores organizacionales y de lo que se suele huir como alma que lleva el diablo pero que es, precisamente, el alma del equipo sin la cual, los resultados se limitarán a ser simplemente buenos e incluso muy buenos, pero jamás excelentes.
Una buena amiga me hablaba de esta parte de la construcción del equipo como del fluido que, inyectado entre sus miembros, permite su crecimiento organizativo y personal. En esta fase es en la que este coach sabrá mimetizarse poco a poco con el grupo, ganándose su confianza, derribando barreras, incluso sistémicas, reflejando ya no solo lo que el equipo es, si no aquello que puede llegar a ser si está decidido a profundizar.
Han sido muchos los autores que se han centrado en la importancia de esa zambullida emocional por parte del equipo, Patrick Lecioni (2002), Tomeu Barceló (2003), Ovidio Peñalver (2009) o el propio Carl Rogers (1979), son algunos ejemplos, algo que me confirma la facilitación realizada personalmente en estos últimos años con colectivos de diversas tipologías, tanto privadas como públicas.
¿Qué necesitas para empezar a explorar el mundo oculto de tu equipo?