La creencia de creer lo que creo
Por Jordi Vilá
Puede parecer una perogrullada, pero no es la realidad lo que veo, sino la representación que de la misma hago según las etiquetas que he ido poniendo a lo largo de mi vida, las huellas que mis experiencias han ido dejando en mi.
Parafraseando a Flèche y Olivier (2014), “el drama del adulto es que cada vez ve menos los hechos objetivos, reaccionando de acuerdo con las etiquetas que el inconsciente colocó en su día y que hoy por hoy podrían estar obsoletas, algo que en ocasiones es útil y, en ocasiones, resulta tremendamente limitante”
Es cierto que la vida sería inviable sin un andamiaje de creencias, la cuestión estriba en discriminar aquellas que me están angustiando, que me están limitando, quizás por un esquema de valores que no es tal y que en su día fue fijado como si de leyes naturales se tratara.
Esta serie de creencias que me limitan son las que conviene revisar y, llegado el caso, sustituir, como dice el refranero castellano “por un perro que maté, mataperros me llamaron”, y es que una experiencia desgraciada puede convertir a la persona en desgraciada al construir una generalización.
Esto es algo que domina toda mi vida, la profesional y la personal, así que revisarla me dará acceso a toda una paleta de colores en la que, esas creencias, tan solo me permiten ver los grises.
¿Qué ocurrirá cuando sea capaz de dejar en suspenso mis prejuicios, mis creencias y verlo desde una mirada limpia y sin filtros? Sí, es cierto que esos juicios me previenen en ocasiones, me defienden y, ¿cuántas veces suponen un freno en mi Vida?
No hay más que echar un vistazo al mundo actual y ver cuantos de los conflictos vienen provocados por juicios que no se sostienen al más mínimo de los análisis, ¿qué ocurre si dejo de poner etiquetas, si dejo que las cosas lleguen a mi?
Nadie dice que sea fácil, es más, es tremendamente complejo, ya que años y años de construir esos andamios se ven en peligro y luchan por su subsistencia, resistiendo con uñas y dientes desde mi inconsciente.
Hay incluso algunas de esas creencias que fueron colocadas ahí por experiencias de infancia o por los dictados de mi entorno más cercano, sin permitirme ponerlas en cuestión y, hoy que puedo llegar a verlas, quizás sea el momento de cuestionarlas; identificarlas es darme la oportunidad de sustituirlas.
¿Eso es real o solo fruto de mis filtros?