Innovación y resistencia al cambio
Por Jordi Vilá
Mucho se está hablando en los últimos tiempos de la Transformación digital en los ámbitos corporativos, y más aún de la innovación y la creatividad, esto desde tiempo inmemorial, cuestiones estas no ya importantes sino fundamentales para la sostenibilidad organizacional.
Realmente, transformarse o morir, ya el propio Darwin hablaba de la adaptación al medio como camino para la supervivencia de las especies y hoy podemos afirmar, sin ningún genero de dudas, que también de las organizaciones.
Grandes y pequeñas organizaciones que, con importantes esfuerzos económicos, hacen frente a esa adaptación al medio, a esa supervivencia, aunque no consideran la resistencia al cambio por parte de sus equipos, haciendo muchas veces oídos sordos al factor humano.
Las personas tenemos, la gran mayoría, una querencia por mantener las cosas como están, especialmente si funcionan, algo que incide directamente en la comentada resistencia al cambio que se traduce en una defensa enconada de usos y costumbres, ¿os suena el célebre sonsonete “aquí siempre se ha hecho así” ?, también nos podría valer el “qué me vas a contar” y tantas otras frases célebres.
Desde los grupos de innovación debería tenerse en cuenta el Factor humano, el miedo a los cambios, a la caída en la obsolescencia personal, a la perdida del puesto de trabajo, a quedar en evidencia, a… tantas y tantas cosas que podrían resumirse en solo una: Miedo.
Trabajar previamente estos miedos con grupos seleccionados nos podría llevar a minimizar esta resistencia, a conseguir auténticos embajadores del cambio que se constituyan en correas de transmisión de este, algo suficientemente documentado en la literatura empresarial, empezando por los estudios de Elton Mayo (1925)
Someter a pequeños grupos los cambios a realizar, trabajar los aspectos emocionales, permitir su expresión, dar respuesta a todas las preguntas que pudieran surgir y después escalarlo al resto de la organización puede suponer la diferencia entre engrasar la maquinaria o poner palos en las ruedas.
Sí, es cierto que ello requiere una inversión de tiempo, y también lo es que se recupera con creces en la implantación de los cambios, con la posterior incidencia en la cuenta de resultados.
Debemos recordar que, al final, las organizaciones están constituidas por personas y que estas llevan una fuerte carga emocional capaz de hacer descarrilar el más importante de los proyectos.
¿Invertimos el tiempo en el inicio del proyecto o preferimos incrementar costes, deteriorar el clima y dar una ventaja de oro a nuestros competidores?