Hoy
Por Jordi Vilá
De nuevo el post del fin de semana acompañado por un vídeo de apenas 3 minutos. Por favor, saboréalo, degusta cada palabra, cada mirada, cada silencio y, sobre todo, fíjate en los aprendizajes que obtiene nuestra protagonista.
Cuando tenga…, cuando llegue…, cuando acabe…, cuando sea…, demasiados cuando, y la vida no espera, no separa y te permite volver a recuperar el momento, no tiene marcha atrás o rebobinado, simplemente es, en ese momento, en ese lugar, en esas condiciones, sin más y también sin menos.
Cada instante que espero a que algo ocurra sin apurar cada segundo de vida, es un momento perdido. Ese amanecer, esa brisa que me acaricia, ese calor del fuego en un día gélido, esa bebida caliente cuando el frío me atenaza, esa es la vida, esa es Mi Vida, y parece que no me de cuenta y siga esperando “el día menos pensado”.
Cuántos retazos de vida viviendo en un simple cubo de reciclaje porque esperamos a tener esto o aquello.
Esa sonrisa no volverá, como tampoco lo hará esa lágrima, ese trabajo, esa obra de teatro o ese beso, podré recordarlo pero la vivencia ya habrá pasado y, si no estoy ahí, simplemente no habré estado y es como si aquello no hubiera ocurrido.
¿Qué es lo que hace que tantas veces me pierda en un tiempo que no es el mío, recordando retazos del pasado o augurando lo que deparará el mañana?, cualquiera diría que es miedo a vivir el efímero presente, aunque no sé si es eso o qué es lo que me lo impide.
Hoy llueve, abro los ojos y me hago el firme propósito de capturar el momento, de vivirlo en su máxima intensidad, y me permito oler los árboles mojados, y oír el repiqueteo de las gotas de agua sobre la acera, y ver tu reflejo en el charco.
Hoy tomo el firme propósito de vivir este día, en cada uno de sus momentos, en cada uno de sus 86.400 segundos, ¿cuántas cosas vividas y no sentidas hasta ahora llegaré a percibir?.