Gracias una vez más
Por Jordi Vilá
En un mes dos personas muy queridas para mi han muerto, nos han dejado. Han sido personas muy especiales por la repercusión que han tenido en mi vida y en mi entorno, personas buenas, personas nobles que vivían según unos valores inquebrantables que en ocasiones les llevaban a tomar decisiones que no siempre fueron fáciles.
Es por ello que quiero dar las gracias, por haber podido disfrutar de su compañía, de sus enseñanzas y generosidad. Si me permitís, en clave de humor, todo lo bueno se pega y, en este caso, se ha cumplido el dicho y su luz iluminó una parte de mi camino, permitiéndome también a mi brillar.
En un mundo en el que la codicia y la soberbia es moneda de cambio común, la humildad de grandes personas nos hace grandes a todos los que nos dejamos empapar de ellas.
Quiero dar gracias también por haberme sabido rodear de personas que son en sí mismas auténticos faros. Ayer mismo, en una reunión profesional con otras cinco personas con las que formamos equipo, pude ver la fuerza que tiene la admiración mutua, el respeto y el deseo de alcanzar las más altas cotas de realización, aún y entre gente que acaba de conocerse personalmente.
Y miro a mi alrededor y veo que consigo alejarme, por fin, de todo aquello que me es tóxico, atrayendo y formando parte de lo que me permite crecer y acompañar a crecer. Una línea en la que ya no soy capaz de distinguir entre los que son colegas profesionales de lo que son amigos, porque se produce una simbiosis que lo funde en un todo.
En este momento, despertando a esta sensación, reina una gran serenidad en mi interior, se diría que como la fusión de una miríada de emociones que se funden en una sola: plenitud, y desde ahí, todo es posible salvo el miedo.
Unos compañeros que ya son amigos, unos amigos que lo son en todo su ser, una familia que me lleva a mi mismo a sentir que formo parte de algo muy grande, ¿se puede pedir más?
Así es imposible no sentirse parte de un todo, algo que me lleva a percibir lo que ayer fue un gran problema como algo ligero y sin apenas impacto, un motivo suficiente para de nuevo dar gracias.
Quiero recordarme, en el futuro, esta sensación cuando asomen las nubes de la tormenta, porque es un auténtico arco iris que rompe la temida oscuridad.
¿A cuantas cosas más podría hoy dar las gracias?