Gracias
Por Jordi Vilá
Íbamos profundizando en el análisis de aquello que te preocupaba, empezamos por la superficie, por un simple suceso que pusiste sobre la mesa para que lo desmenuzáramos poco a poco, pétalo a pétalo, hoja a hoja, surco a surco.
Y así empezamos el descenso, en ocasiones a tus infiernos, en ocasiones a lo desconocido, e incluso realizando maravillosos ascensos a tus más íntimos anhelos. Fuiste valiente y no te conformaste con pasar de puntillas sobre el suceso, quisiste hundir tu conocimiento en las profundidades de tu esencia, en lo conocido y en lo desconocido, en aquello que suponía para ti la más cerrada de las selvas, la más oscura de las simas.
Me permitiste la entrada en tu yo más intenso, permitiste que las emociones afloraran, aún y cuando en ocasiones pudiera surgir alguna vacilación que supiste vencer con valentía y coraje, encadenaste tus sensaciones, supiste dejar tu cerebro a un lado y explorar con tu corazón, descubriendo nuevos matices en la paleta de tus sentimientos, hasta hora desconocidos.
Ante tu vacilación estuvo mi más sincero interés por ti, por tu aprendizaje, por tu avance en la dirección en la que decidiste ir, porque la meta era precisamente esa: el camino que quisiste iniciar y que te permitió conocer parajes que te maravillaron unos y te horrorizaron otros.
Descubriste el motivo de algunos de tus miedos, derribaste las barreras que te impedían alcanzar tus sueños y afloraron nuevas inquietudes, quizás no tan nuevas pero sí desconocidas, aprendiste a querer y a dejarte ser querido por lo que eres, en tu más auténtica versión, sin disfraces ni maquillajes.
Recuerdo también aquel momento en que tu risa escondía el lugar al que no querías acudir, frenado por tus miedos y creencias, como recuerdo mi negativa a permitir tu escapada y como de ahí surgió el mayor de los conocimientos sobre tu esencia, y esa sonrisa hace que demuestres como también está vivo en tu recuerdo ese momento.
Me has dejado ser tu acompañante en este trecho del camino, me has dejado ser testigo de cómo encendiste tu luz interior y te permitiste brillar, como colgaste tu disfraz para empezar a ser tu y, desde estas líneas, solo cabe una palabra: gracias, ahora el camino está ante ti y sé que sabrás ver el mundo que se ha abierto ante ti.
¿Querrás tu también ser embajador de la esencia?