Gestión de expectativas
Por Jordi Vilá
El pasado 5 de noviembre, publicaba un post en este blog con el título conóceme en lugar de soñarme, ignorando que me traería nuevas reflexiones habidas, como siempre, del quehacer cotidiano.
En múltiples ocasiones, nos encontramos disgustados, defraudados e incluso indignados por la actuación de otras personas cuando, la realidad, es que esas personas, sean del círculo que sean (amistades, profesión, ocio, etc.), no hacen más que comportarse como creen que deben hacerlo, sin atender a nuestras ideas de cómo creemos que deberían hacerlo.
Esto, que es en apariencia baladí, es en la realidad, fuente de no pocos disgustos, algo por otra parte lógico si lo miramos desde nuestro punto de vista. Si yo espero que Manolo llame al cliente y no lo hace, para mi no está obrando adecuadamente, pero es que Manolo no es yo ni piensa del modo en que yo lo hago.
Todo ello, se reduce a, por un lado, estar soñando a la otra persona, tal y comentaba en el post enunciado y, por otro, a una gestión deficiente de las expectativas y me explico.
Soy yo el que espera que el otro se comporte de ese modo, es decir, tengo una expectativa creada, muy posiblemente sin comentarla si quiera, pero el otro realiza el comportamiento en función de sus circunstancias, sus experiencias y sus objetivos, posiblemente muy diferentes a los míos, aún y cuando pudiéramos tener un metaobjetivo común, algo que podría ocurrir, por ejemplo, en el seno de las organizaciones.
Llego a estas reflexiones después de indignarme por la conducta de terceros y hacerme la reflexión que os estoy transcribiendo. Yo y solo yo, pensaba que debían tener una conducta determinada, por tanto, no cabe indignación alguna.
Si llevamos este aspecto a cualquier área de nuestra vida, podremos comprobar como presuponemos cosas que luego no son porque nunca serían si no son expresadas, del mismo modo que expresarlas, implica la pérdida de valor del comportamiento en determinados casos.
Relativizar lo que ocurre nos puede dar una visión más amplia de lo que vivimos y aligerar nuestra carga de negatividad así que, ¿qué os parece si nos expresamos de forma transparente en lugar de presuponer cosas que defraudan nuestra expectativa?
¿Seremos capaces de tener esa humildad y sentido común?