Fluir con lo que hay
Por Jordi Vilá
Como Coach, facilitador y formador puedo asegurar que me encuentro con las situaciones más apasionantes, ya que cada cliente es distinto y cada persona un enorme armario de experiencias.
En ocasiones nos empecinamos en mantener una rigidez al facilitar talleres, teniendo nuestro guión como una especie de libro sagrado que no podemos profanar y hoy, quiero exponeros una realidad vivida al hacerlo.
Se trataba de un área funcional de una empresa, compuesta por una veintena de personas de toda España y de un taller de una jornada, referente a la gestión de conflictos. Como es habitual para un grupo de esta dimensión, éramos dos los facilitadores y llevábamos nuestro guión y materiales perfectamente preparados.
No habían pasado ni 10 minutos, es decir, estábamos en la fase de presentaciones, cuando una de las participantes nos increpó – sois como todos los demás, auténticos clones que no os diferenciáis unos de otros –
La verdad es que aquello nos sorprendió puesto que no había tenido ocasión de ver ni tan siquiera la agenda del día. Un simple cruce de miradas con mi compañera nos indicó que necesitábamos fluir al máximo en aquella situación.
Dicho y hecho, en primer lugar le preguntamos a la increpante que era lo que necesitaba para disfrutar de aquel taller, cuales eran sus expectativas, a lo que contestó empezando a verbalizar sus inquietudes y su enojo que, por cierto, no estaba relacionado con lo sucedido hasta aquel momento.
Ambos facilitadores rompimos nuestros guiones delante del grupo y realizamos el taller, íntegramente, con la base de lo ocurrido en aquel inicio. De algún modo, estiramos del hilo del conflicto latente.
Fue una de las veces que más he disfrutado facilitando un taller y fue, precisamente, por el inicio rocambolesco y por la generosidad, experiencia y habilidad que llevábamos a nuestras espaldas. Simplemente nos dejamos fluir y las técnicas empleadas fueron surgiendo por sí mismas, actuando nosotros como simples caminos por las que transitaban.
Es importante la máxima preparación y, como dice un buen amigo, hay que prepararlo como profesionales para poder improvisar como artistas. El roble es fuerte y se mantiene firme ante fuertes ráfagas de viento pero, el bambú, es flexible y capaz de sobrevivir en las situaciones más extremas, gracias a su flexibilidad.
¿Usamos la cintura o mantenemos la rigidez?