Estado de ánimo: nosotros elegimos
Por Jordi Vilá
Hace unos meses, nos sentábamos con el Director General que nos exponía con impotencia que su Equipo de Dirección daba la impresión de haber tirado la toalla, de darse por vencido; no deja de ser que llevan más de 4 años de descenso en las ventas y pérdida de beneficios, todo y los sacrificios que han realizado en este tiempo, sacrificios de todo tipo, de sueldo, de traslado de oficinas y unas decenas de kilómetros, …y tienen la impresión de que no han obtenido el rendimiento que esperaban.
Nos encontramos, así es, con un Equipo que se había asentado en un estado de ánimo de resignación, de negativismo, de victimismo y nos pusimos a trabajar sobre ello. Era perentorio poder sacarles de ese agujero negro en el que se había metido, acompañarles hasta la puerta de salida de esa emocionalidad tóxica.
Actuamos sobre la parte emocional, haciéndoles constatar el escenario real que se estaba viviendo, los efectos que ese estado de ánimo estaba provocando en ellos y, de algún modo, dejamos que se explayaran en su miseria…pero solo un corto espacio de tiempo. A partir de ahí, trabajamos también en todos aquellos resultados que habían conseguido a lo largo del tiempo, indagamos en los motivos de éxitos pasados y exploramos posibilidades a futuro. En cierto modo, estuvimos trabajando la Emoción del Equipo, no de sus miembros y el efecto que ello tenía.
Cuando empezamos a explorar el efecto que ellos habían tenido sobre la sociedad, sobre sus clientes y proveedores, sobre el mercado en general, incluso sobre antiguos compañeros despedidos, empezaron a tomar conciencia de la labor que habían hecho, que era mucha y buena, todo y los errores cometidos pero es que, no se equivoca aquel que no toma decisiones y no actúa.
En ese momento hubo un punto de inflexión en la energía del Equipo, era como si de repente se hubieran dado cuenta de que el agua moja y que sobre eso no pueden actuar, pero sí escoger que camino tomar o que medidas adoptar si llueve, lo cual producía una transición de la resignación a la aceptación, es decir, de una emoción tóxica, a una emoción que me atrevería a catalogar de neutra o positiva.
Las jornadas terminaron con intensos trabajos de creatividad, según diversas técnicas y dinámicas de Grupo que les llevaron al planteamiento de diferentes proyectos, que han acabado deviniendo en realidades plasmadas en el mercado y en cambios sustanciales en la organización y sus resultados.
No hace muchos días les estuve visitando y en el ambiente se percibía el optimismo, buen humor y una emocionalidad que invitaba a sentirse partícipe de un proyecto que ahora se está construyendo. El fin de mundo existe, ciertamente, pero existe siempre que alguno de nosotros inicia su tránsito hacia nuestro último viaje, el resto de circunstancias, permiten actuaciones, aunque ahora nos pueda parecer una utopía.
¿Te animas a animarte o prefieres perpetuar el estado de ánimo depresivo de tu Equipo?