Esperanza, un cartel junto a ti
Por Jordi Vilá
Me cuentas y te miro a través de tus propios ojos, y lo que veo es apocalíptico, negro de pura oscuridad, denso, nauseabundo, espeso; te pregunto ¿Qué es? Y tu me contestas que eres tu, en toda tu mezquindad, en toda tu bajeza, puro estiércol.
Cuéntame más, te digo, y tu prosigues. Este es el camino del que no puedo salir, oscuro, tortuoso, inseguro, opresivo, como si un puño me estuviera apretando el alma; intento desviarme, tomar un atajo, pero se torna imposible y retorno una y otra vez al mismo punto.
Es como si estuviera en una ciénaga en la que, contra más me muevo, más me hundo, me explicas con un quejido que sale de tus entrañas. Cuéntame más, te digo, ¿como es esa ciénaga?,¿quién hay en ella?. Y tu contestas, es oscura y nauseabunda, preñada de los peores temores, de las más oscuras aguas, de los lodos más grumosos, en los que habitan los seres de todas mis pesadillas.
¿Qué ves en ellas, en tus pesadillas?, veo mi vida desfondada, viviendo sin un norte, sin un objetivo, dejándome llevar, pisoteando mis valores, tus sonrisas y las mías, sus alegrías, ya sin sentido, deslavazadas en el vertedero. Negro, todo negro
Y ese negro, ¿qué más ves en él? –pregunto con curiosidad- Veo la noche, y eso me lleva a una estrella, ¡espera!, es una estrella brillante, luminosa en la oscuridad de la noche, veo la vida de los seres de la noche, necesitados de iluminar ellos mismos sus caminos, de encontrar sus propios destinos –me contestas con una energía que parece renovada-.
¿Qué tienen para ti sus destinos? –insisto- tienen esperanza, incierta, es verdad, pero esperanza al fin, y tienen también confianza, confianza en el manto de la noche, un manto que también arropa y que anuncia la salida de la luz, franca compañera de ella misma –prosigues-
Y allí, al final, veo a alguien –dices-; sí, es una figura tendida en el suelo, descansando, o quizás dormida. Avanzo hasta ella y el olor nauseabundo desparece y se torna frescor, el frescor de la mañana, húmedo y fresco, vida en sí misma. Es el final del túnel, soy yo, ya sin mis miedos, sin la putrefacción de mi mezquindad, ya vencida.
A mi lado, un cartel, ESPERANZA.