Equipo, emoción y voz silenciosa
Por Jordi Vilá
Estamos trabajando con un Equipo, en teoría un Equipo en el que no existen conflictos y con unos potenciales individuales brutales, pero cuyos resultados están siendo, simplemente, mediocres, lejos de la visión que el líder del mismo tiene.
Haciendo un poco de historia, os contaré que ese líder nos manifiesta que siente que hay tensiones soterradas, conflictos que no se abordan, miedos…. pero todo es como una balsa de aceite, como la calma chicha que precede a la tempestad. Entrevistamos a todos los miembros del Equipo y en todos encontramos una actitud complaciente, ya que los resultados van saliendo; nadie nos transmite conflictos pero notamos que están ahí.
El Equipo podría seguir funcionando de ese modo ya que tiene suficiente inercia como para ello, no obstante, se percibe cierta apatía, descontento y las risas que en otro tiempo colmaban el espacio, han dejado de hacerlo.
Cuando abordamos el tema mediante unas técnicas determinadas, no obtenemos más que evasivas, cambios de tema, risas sin ton ni son… en resumen, conductas huidizas que pretenden soslayar el momento en que están viviendo y alejar de ellos fuertes emociones que subyacen bajo esa aparente calma.
Hay una de las personas, no obstante, que permanece callada, piernas cruzadas y puños apretados, en la que detectamos una sabiduría y una tensión que excede a la del resto del grupo, aunque quizás aún no está a punto para compartir sus sentimientos, sus anhelos, sus esperanzas frustradas.
En un momento determinado, vemos sus ojos anegados en lágrimas apenas contenidas y es el instante que nuestra intuición nos dice que debemos aprovechar, ¿qué es lo que te está ocurriendo en este momento, qué hay en ti que no estás dejando salir?, y ahí es donde sus palabras empiezan a brotar al mismo tiempo que sus lagrimas, unas lágrimas que asustan a sus compañeros ya que en ningún momento, ninguno de ellos, se había atrevido a compartir ese tipo de sentimiento, de emoción.
Su voz es, al principio, trémula para irse tornando cada vez más decidida y serena, consciente de su deseo por Ser en su entorno, sin las limitaciones que ha tenido hasta ahora. Las caras de sus compañeros muestran comprensión unas, enfado otras, pero por fin el absceso ha sido sajado y podrá ser expulsada la podredumbre que en él habitaba.
En ese Equipo había una voz que no solía hablar pero que tenía la sabiduría del silencio, había un conflicto sin resolver que carecía del espacio para que así fuera, afortunadamente, también tenía un líder preocupado por la salud emocional del sistema.
Cuando un equipo no tiene el espacio necesario para fluir, embalsa sus emociones hasta que estas desbordan sus paredes y salen en el peor momento, en el lugar más inadecuado.
¿Tiene tu Equipo el espacio suficiente para cuidar su salud emocional?