Emociones desbordadas en el Equipo
Por Jordi Vilá
Cuando trabajamos en Coaching de Equipos se produce, usualmente, un desborde de las emociones en cualquiera de sus variables, ya sea un conflicto oculto o implícito que nunca se ha abordado por temor, precisamente, al conflicto, ya sea tristeza contenida, achacable muchas veces a un estrés de caballo, ilusión o cualquier otra, aunque las nombradas suelen ser las más habituales.
Debemos considerar que hemos invertido una buena parte de tiempo, en el diseño de la alianza al inicio del proceso, es decir, en la definición de las reglas del juego, la forma en que nos vamos a comportar, tanto en un entorno calmo como en uno tempestuoso por lo que, cualquier tipo de situación, debería estar contemplada y, por tanto, ser gestionable.
Que se haya diseñado la alianza significa que estamos en un entorno seguro y valiente; seguro porque sabemos a ciencia cierta que no se producirán represalias por nada de lo que allí ocurra y porque, lo que allí ocurre, allí se queda, valiente por que lo anterior nos permite ser osados en nuestros planteamientos, sin tener que andar con paños calientes, con la generosidad de expresar nuestro conocimiento y nuestro sentir, sin mayores recelos.
Así pues, estamos en un ambiente controlado que permitirá la expresión libre de las emociones, según los criterios pautados y esa expresión, producirá un crecimiento exponencial del sistema como tal. Por poner un ejemplo, acompañando a un equipo hace unos días, varias personas, con una carga de tensión considerable, vaciaron esas emociones contenidas, consiguiendo con ello aligerar su carga y, con ello, aumentar su visión, su productividad y su bienestar.
Por otro lado, cuando lo que se producen son enfrentamientos, es bueno que el sistema tenga oídos para ellos y, procurando no emitir juicios, sea consciente de los mismos, permitiendo a los implicados manifestar su malestar, siempre con el sustento del acompañante, del Coach, que velará porque sean oídas las voces necesarias, a la vez que podrá actuar de forma ordenada y contundente, envolviendo la situación y llevándola a un territorio de máxima discreción, apartada del grueso del Equipo.
Este territorio de máxima discreción, es el triángulo de las partes implicadas, actuando el Coach como espejo de sus respectivas inquietudes, acompañando en las posibles vías de desarrollo de soluciones, sin tomar partido para, una vez diseñada la salida, ponerlo sobre la mesa del Equipo, compartiendo el conocimiento de los acuerdos a los que han llegado.
¿Nos atrevemos a permitir que surjan estas u otras disyuntivas en nuestro Equipo?