El valor del equipo alineado

Foto. Jordi Vilá

Es constatable que los miembros de los equipos andan sin apenas cohesión, desconociendo que mueve a unos y a otros, sin apenas conocer los valores que los sustentan o el propósito del mismo colectivo, es más, si hacemos el ejercicio de pedirles que lo escriban en un papel, obtendremos tantas definiciones como miembros tenga el colectivo.

En intervenciones en colectivos de alto nivel jerárquico como pueda ser un Comité de Dirección los resultados son los mismos que los enunciados, se piden a sí mismos espacios de calidad para el equipo y la pretendida presión del mercado, de la junta de accionistas o de cualquier otro grupo de interés, los hace saltar por los aires.

Se hacen sesudos análisis de los datos y se obvian las distintas motivaciones intrínsecas, los miedos, tan presentes en cualquier toma de decisiones, no son trabajados con las personas que componen los colectivos en la organización, como no lo son las ilusiones, auténticas palancas de movimiento como frenos son los miedos.

Cuando hablamos de la escucha del líder, hablamos precisamente de eso, de su capacidad de ver más allá del dato, más allá del síntoma, para identificar las oportunidades y neutralizar las debilidades, hablamos de escuchar lo que las personas gritan en el silencio corporativo y, para ello, lo que más falta hace es tiempo de calidad en y con los equipos, los cuales puedan sentir seguridad psicológica, algo para lo que es necesario un elevado nivel de confianza que poco se hace por conseguir.

Mucho hacer y poco Ser, así podrían resumirse estas líneas, ¿cuál es el resultado de una mayor cohesión y alineación en los miembros de un equipo? Podríamos empezar por el impacto económico que tienen las bajas por estrés, o la rotación, con los costes inherentes a la selección del personal y su curva de aprendizaje, o el impacto en la productividad que tiene un equipo que se siente importante, con el consiguiente reflejo en la cuenta de resultados.

Nos lo decía Antoine de Saint-Exupéry en su obra “El principito”, lo esencial es invisible a los ojos o, si me permiten echar mano del refranero español no es oro todo lo que reluce, en tus manos está consolidar equipos con ganas de comerse el mundo.

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