El ser ha muerto, viva el Ser
Por Jordi Vilá
Un buen día te das cuenta de que no eres tu el que está dentro de tu cuerpo y no, no es que sea un Alien que lo ha ocupado o un demonio te haya poseído, es la misma persona la que ha permitido que un conjunto de marionetas, tomen posesión de él.
Te miras al espejo y no reconoces tu reflejo, quizás sí en su apariencia externa pero, cuando miras más allá de tus ojos, te das cuenta de que, cual vampiro, tu imagen ha desaparecido.
Ese es, posiblemente, el momento de mayor gloria de un ser humano: darse cuenta de que no está viviendo su vida si no la vida que cree que los otros quieren que viva para aceptarle en la tribu, para amarle, para quién sabe qué.
El agotador camino de quién se sabe cambiante según la situación, de quien opina blanco en un momento y negro al siguiente, o azul, o rojo o verde o, aquello que opine la mayoría, por tan solo unas migajas de afecto.
Y en ese momento, sientes el cansancio de toda una vida de opereta, de pasar siempre a los demás ante nuestras necesidades, de ocupar la última posición en nuestra lista de prioridades, de mirarnos y sentirnos como un trapo sucio, sin apenas valor alguno.
Cuando tomamos consciencia de ese momento, es cuando empieza a surgir de nosotros nuestra esencia, sin mayores temores, porque la única aceptación que buscamos entonces es la propia, la que nos hace volver a mirar ese espejo y reconocer en su reflejo a alguien a quién teníamos casi olvidado.
Ahí es cuando nos oímos decir no, cuando empezamos a ponernos en el primer lugar de nuestra lista de prioridades cuando, en fin, empezamos a ser conscientes de nuestra enorme valía y de nuestro aún mayor potencial, es el momento de retornar a nuestros valores, a vivir una vida alineada con ellos.
Es realmente un día grande cuando sepultamos los personajes que han usurpado nuestro yo y dejamos renacer ese ser brillante que llevamos dentro, todos sin excepción.
Si empezamos a vivir de acuerdo a nuestras creencias, podremos ver ese nuevo ser apareciendo ante nosotros, con toda su fortaleza, dejando querencias que no eran tales por el camino, pero abrazando otras que no tendrán precio.
¿Empezamos a ser los primeros de nuestra lista, a Ser en lugar de ser?