El primer paso de la transformación de un equipo
Por Jordi Vilá
Hoy me daban el feedback de una intervención realizada hace poco más o menos unas 8 semanas, se trataba de la facilitación de un equipo en el que coexisten auténticas mentes privilegiadas a nivel cognitivo y, como en la mayor parte de los equipos por trabajarse, con una resistencia importante a profundizar lo más mínimo en su aspecto emocional.
La criticidad de que este colectivo trabaje como un equipo de alto rendimiento es crucial para la organización, una multinacional dimensionada con intereses en prácticamente todo el mundo, ya que deben ser los embajadores de una serie de prácticas globales, es decir, el ejemplo vivo de una forma de actuar, basada en unos principios sólidos emanados desde el plan estratégico.
La jornada transcurrió en la incertidumbre y libertad en que transcurren este tipo de facilitaciones, ya que apenas existe un guión previo y nos adaptamos a las necesidades del grupo en el momento en que se encuentran.
Mi interlocutor me hablaba de cambios perceptibles por el propio equipo y por aquellos con los que interactúan. Su líder, hablaba de haberse sentido removido en su interior, de tomar consciencia de la necesidad de introducir nuevas prácticas y desterrar algunas de las antiguas, sin que se trate de romper con todo lo anterior.
Hay quien habla de quemar puentes, yo prefiero hablar de construir nuevas realidades coexistentes con las anteriores hasta que estas últimas ya no son necesarias y, simplemente, se abandonan, sin necesidad de quemar nada, lo cual no quiere decir lasitud y sí, por el contrario, actuación contundente aunque con red de seguridad a fin de proporcionar una sensación de sostén a los afectados.
En demasiadas ocasiones prestamos la máxima atención a los procesos, a los recursos técnicos, formativos y económicos, olvidándonos que el ser humano se mueve con un tipo de combustible ecológico, renovable e inagotable: la emoción y, dedicarle esfuerzos a este aspecto en la fase previa de cualquier cambio, nos va a proporcionar tránsitos mucho más ligeros.
Este equipo, no me cabe la menor duda, ya ha empezado a tender nuevos caminos, consciente de la necesidad de abandonar paulatinamente la vieja carretera, sin menoscabo de la enorme utilidad que ha tenido hasta ahora. Ahora no se pueden dormir, deberán continuar ejercitando su músculo emocional a fin de alcanzar las altas cotas que se han propuesto, ya no solo como objetivo si no también como sueño.
¿Cuándo realmente empieza la transformación?