El nuevo paradigma
Por Jordi Vilá
Andamos arriba y abajo con los viejos y los nuevos paradigmas; parece claro que lo habido hasta ahora, nos ha conducido al momento que vivimos y, como siempre, ha tenido cosas buenas y cosas que convendría, por el bien de la sociedad, desechar.
En el debate con una buena amiga, intentábamos definir ese nuevo paradigma y llegamos a la conclusión de que no podía hacerse puesto que estaba “en construcción”, no obstante, sí que nos dio pie a poder enumerar algunos aspectos que quería compartir en estas líneas.
Imaginamos ese nuevo paradigma mucho más centrado en las personas, en el colaboracionismo, en la cooperación, en la generosidad, el altruismo y el nosotros, en contraposición con el individualismo (¡ojo, se parece mucho a independencia!!), el egoísmo, y el yo, aunque bien podríamos definir el Ego, como personaje que engulle a la persona.
En ese nuevo paradigma, la persona obtiene un profundo conocimiento de sí mismo que le lleva a tener una mayor autoestima al reconocer sus fortalezas y sus retos, sin necesitar el continuo halago de sus iguales para sentirse reconocido. Eso empieza desde la educación a los más pequeños en los hogares (no es casualidad que no diga casas).
Desde la infancia, los niños son animados a quererse a ellos mismos, sin caer en narcisismos ni egolatrías, bien al contrario, es simple y llanamente, no necesitar la lisonja exterior y construir unos sólidos fundamentos en valores y principios, unos cimientos de personalidad robustos, huyendo de la fragilidad que, en muchos casos, vemos hoy en los adultos que en su día fueron criados entre algodones.
Ese nuevo paradigma construye una sociedad en la que cada uno contribuye con su esfuerzo, eliminando los parásitos de todo tipo y condición, borrando de su faz los privilegios absurdos desde su raíz. El exceso se elimina directamente por la propia persona pues carece por completo de sentido y se busca el bien común, donde cada cual aporta aquello en lo que más dotado está, eliminando el efecto Orwell de “Rebelión en la granja”.
Esa sociedad es posible solo desde la generosidad, la interdependencia, la cooperación, la sinceridad y la autenticidad; personas sanas en una sociedad sana, donde los núcleos familiares se consolidan, donde las jornadas de trabajo no se alargan hasta la extenuación, donde los padres ejercen de padres, ponen limites, educan y, ¡como no!, juegan con sus hijos, constituyéndose en ejemplos coherentes y morales para ellos.
Ese es el paradigma que llegamos a imaginar aunque, evidentemente, faltan ahí muchas pinceladas referentes a política, mundo empresarial, trabajo y un sinfín de detalles más que exceden la voluntad de estas líneas centradas tan solo en un reflejo de la construcción de esa nueva sociedad.
Nuevamente, no es fácil ni rápido, pero sí apasionante, retador y enriquecedor, a la par que divertido, ¿te animas a poner tu grano de arena para hacerlo realidad, si es que un modelo así está también en tu esencia?