El equipo fluyendo como un río
Por Jordi Vilá
Pensemos por un momento en gotas de agua, gotas que llenan un vaso, que forman un charco, un río o un mar, ¿lo vemos?, vemos el conjunto de gotas formando algo mayor que ellas mismas, algo que sin ellas no tiene sentido, algo de lo que forman parte individualmente pero que no existiría si no estuvieran todas ellas juntas.
Ahora pensemos en un conjunto de personas que se unen con cualquier objetivo permanente o puntual, ya sea una pareja, un matrimonio, una manifestación, una orquesta, un coro, un equipo deportivo o profesional… todas ellas son necesarias para formar ese conjunto y, de hecho, nada de todo ello existiría sin ellas, pero ellas no formarían parte de ese algo mayor si no se unieran a sus compañeras para crear un todo.
Ese todo tiene unas normas, unas leyes a las que se han de adaptar si quieren pertenecer a él, si quieren formar parte de ese algo mayor que ellas y que les trasciende o, dicho de otro modo, el todo es mucho mayor que el sumatorio de sus partes, capaz de tener unas propiedades que exceden con mucho las posibilidades de sus miembros individualmente.
Eso es, ni más ni menos, un equipo. Sus miembros tienen sus propias personalidades, sus miedos, sus ilusiones, sus anhelos y todo ello es importante pero, para mantenerlos, tendrán que adaptarse a la personalidad del conjunto por el bien del mismo, cierto, pero también por su propio bien individual, por ello es importante anteponer el interés colectivo a los intereses personales o, de lo contrario, el propio colectivo, inteligente en sí mismo, acabará por expulsar a ese miembro incapaz de formar parte del conjunto.
Una gota no regará un campo, pero sí puede hacerlo el canal de riego con millones de ellas en su interior. Del mismo modo, una flauta no tocará una sinfonía si no se une al conjunto de instrumentos y se adapta a sus tempos, o una pieza no saldrá fabricada de una factoría sin que en compras hayan realizado una buena prospección de proveedores, o ese gol no se marcará si el portero no observa bien la posición de sus compañeros en el campo.
Tu decides si quieres brillar con menor intensidad por ti mismo, o prefieres el brillo del conjunto del equipo, aún y quedando diluido en él; ambas opciones son legítimas, pero tu debes elegir cuál es tu opción.
¿Te adaptas al conjunto o inicias tu trayectoria en solitario?