El cliente como embajador, el trabajador como catalizador
Por Jordi Vilá
Podrá parecer mentira, pero no hay mejor embajador que el cliente satisfecho, especialmente si ha existido algún contratiempo en su experiencia.
Y para que el cliente experimente esa sensación es necesario que, a la vez, los empleados de la empresa, sea del tipo que sea, sean a su vez los catalizadores de la empresa ante el cliente, es decir, sientan ese orgullo de pertenencia al que tanto se alude y por el que tan poco se hace.
Recientes experiencias me han llevado a sentirme importante para mi interlocutor en algunas organizaciones, consiguiendo sus colaboradores que me quedara con ganas de repetir y, además, de contarlo a mis círculos… no hay mejor publicidad que aquella que no es pagada.
Experiencias con organizaciones pequeñas y grandes, como Cinesa, Apple, Amazon, Nominalia, HP o Viajes El Corte Inglés me llevaron a percibir que yo, el cliente, era importante para ellos, que amaban lo que hacían y se sentían a gusto trabajando para sus compañías.
Estas realmente han generado el deseo de repetición, lejos de otras que han provocado exactamente lo contrario, ¿las causas?, malas respuestas, prepotencia, picaresca, etc. Y que no merecen más espacio en estas líneas.
¿Qué diferencia a las primeras de las segundas?, por lo que he podido observar, los que catalizan nuestra experiencia son los empleados y, por tanto, aunque sea por un mero sentido de crecimiento corporativo, cuanto más te preocupes por ellos, cuanto más veles por su crecimiento y desarrollo, mayor va a ser el beneficio que obtengas.
Creerme si os digo que, en estos últimos 15 días, he tenido maravillosas experiencias con personal de las empresas mencionadas, desde la devolución de unas entradas, al soporte de las personas del SAT o del personal de ventas.
Y eso no es café para todos, identificar las palancas que mueven a una persona y ayudarla en su desarrollo es la más segura de las inversiones, sin caer en la falacia de que aquello que a mí me motiva, motivará también a otros… ¡o no!
– ¿Qué es lo que esperas de mí? ¿cuáles son tus objetivos personales? – dos preguntas simples que nos pueden ayudar a abonar el terreno de la motivación y, por tanto, a conseguir profesionales más comprometidos con un proyecto común.
¿Vamos por ello?