Educación: La pasión como oficio
Por Jordi Vilá
Este fin de semana tuvimos, junto a Tomás López Castro, el privilegio de facilitar los aprendizajes de un grupo de valientes y decididos directivos y directivas de la escuela pública catalana, personas procedentes de todos los rincones de Cataluña, desde los confines del sur hasta los del norte, invirtiendo su tiempo y sus recursos en su crecimiento personal y profesional.
En mi caso diré que la primera palabra que viene a la cabeza es admiración, admiración por la pasión que ponen en cada acto que realizan, por su afán de aprendizajes, de colaboración, de puesta en común.
Y esta admiración es extensible a todas las personas que configuran la Comunidad Educativa en la praxis, auxiliares, educadores, mandos intermedios y directivos, porque ellas y ellos son realmente los alfareros que transformarán la sociedad, y lo harán precisamente porque aman lo que hacen en su inmensa mayoría.
¡Cuánto trabajo hay detrás de cada clase!, cuanto detrás de cada curso, de cada aprendizaje, de cada uno de los alumnos a los que aman profundamente y por los que son capaces de cualquier cosa.
Oír sus comentarios sobre lo que suponen sus alumnos, ver en sus ojos esa pasión por lo que hacen, percibir la corriente de energía que de ellos emana, me daba la convicción de que una sociedad más madura y sostenible es posible.
Hace ya unos años que empezó la transformación, hoy asistimos a la eclosión, proyectos como la Escola 21 o Horitzó 2020 son pruebas fehacientes de ello.
No desfallecen, bien al contrario, parece que cada obstáculo les brinda mayor coraje en pos de ese objetivo que se han propuesto, algo encomiable en los tiempos que vivimos y que sin duda la historia recordará.
Hace poco más de 30 años que, además, comparto sueños y proyectos con una persona que forma parte de esta maravillosa comunidad, por eso sé de la valentía del colectivo, de su fuerza y convicción.
Curiosamente, al mismo tiempo que nosotros estábamos en El Monasterio de les Avellanes en Lleida, al menos otro grupo trabajaba con denuedo en su futuro en las cercanías, en Raimat, en una de las escuelas de la Fundación Jesuites Educació.
Desde estas líneas tan solo gracias por el cuidado de nuestras hijas e hijos y por el cariño que ponéis en vuestras acciones y gracias por permitirnos a Tomás y a mi ser parte activa de este proceso.