Decencia, ética y política
Por Jordi Vilá
Podríamos decir que la decencia es la aplicación de la ética a los comportamientos habituales en cualquier miembro de una comunidad, es decir, una cosa puede ser legal pero no ser ética.
Algo así ocurre con nuestros políticos, los cuales, con la ayuda del monarca actual, han decidido poner en marcha la maquinaria electoral otra vez, apenas 6 meses después de la ocasión anterior.
La cuestión estriba en que los líderes de los cuatro partidos mayoritarios, lejos de admitir su incapacidad manifiesta de alcanzar un acuerdo (algo que es precisamente su cometido) y dimitir, optan por descalificar a lo que ellos consideran el enemigo.
Aquí nos encontramos pues con comportamientos que son legales pero que, a mi modo de ver, no son éticos en absoluto y rozan la desfachatez cuando no lo son de forma descarada
Las veleidades de su soberbia nos costarán algo más de 130 millones de euros, según datos de Europa Press en este artículo de 6 de marzo de 2016, aunque esto parece ser algo que no les preocupa lo más mínimo.
Esperaría de nuestros políticos una profunda capacidad de negociación que se revela nula algo que, en otros ecosistemas, implicaría una renuncia inmediata o un despido fulminante, algo que me recuerda aquella frase anónima: ni tiene vergüenza ni la ha conocido nunca.
¿Son conscientes de las intervenciones sociales que se podrían llevar a cabo con 130 millones de euros?¿son conscientes de los desahucios que podrían ser evitados con esta cantidad?¿son conscientes de la cantidad de alas hospitalarias que podrían reabrirse?
Señores y señoras políticos, han conseguido hartarnos, al menos a mi, tanto da el color político que representen, parecen luchar tan solo por conservar unas prebendas que en condiciones normales adivino serían imposibles de conseguir.
Humildad, servicio, ¿han analizado ustedes esos términos?, harían bien en hacerlo, quizás así podrían dar respuesta al elevado honor que supone servir a un pueblo, aunque eso supone dejar el ego en el armario, ¿serán capaces?