Coraza a la emoción
Por Jordi Vilá
Tenía una charla con un ejecutivo al que considero un referente en su ámbito de actuación, respetado por el colectivo en el que está, gestor y técnico a partes iguales, con un equipo numeroso a su cargo, el cual le respeta y le da la autoridad que necesita ya que, el poder, le ha sido conferido por la organización en forma descendente.
Metidos ya en el contexto, empezamos a hablar de emociones, de la interacción con otras personas, de profundizar con ellas… y ahí es donde manifiesta que tiene un importante bloqueo y es incapaz de poder dejarse ir en entornos que no sean protegidos y de la máxima confianza.
Creo que podríamos hablar de miedo a mostrar la vulnerabilidad, al rechazo, a salir de su zona de confort, a ser considerado friqui… y eso es mucho más habitual de lo que pensamos, o al menos lo es inicialmente ya que, tras haber trabajado con un montón de colectivos, veo que esa es una característica común en, por lo menos, la mitad de las personas, ocupen la posición que ocupen y en el colectivo en que la ocupen.
Es impactante ver como hay una seguridad aplastante cuando hablamos de los temas que conocemos, o cuando somos formados en áreas técnicas pero, por el contrario, cuando de emociones se trata, se produce el bloqueo y nuestras puertas se cierran a cal y canto, impidiendo salir a una parte de nosotros que nos permitiría crecer y expresarnos con mayor libertad.
En el caso de esta persona, he asistido como público a algunas de sus presentaciones, le he visto gestionar situaciones de crisis con la serenidad adecuada, defender, incluso con vehemencia, posturas arriesgadas y otras muchas actuaciones que definen a una persona sólida y robusta hasta que, como mencionaba antes, entran en juego terrenos desconocidos como son las emociones, en cuyo caso, se puede percibir como se hace pequeño o se parapeta ante una coraza defensiva.
La reflexión me ha venido por la toma de conciencia, esta vez de forma muy clara, de un problema que deberíamos solucionar. Somos seres racionales, cierto, pero también somos seres emocionales y parece que nos coarta mostrar esa emocionalidad, apareciendo entonces con una armadura, como el caballero de la armadura oxidada (Fisher, 1989).
¿Te sientes con fuerza para dar el salto a mostrar tu emoción?