Coaching, el transito hacia mi mismo
Por Jordi Vilá
No sé si hay palabro que haya sido tan prostituído como este, aunque quizás la Inteligencia Emocional, también lo fue en su día. Hoy por hoy, nos encontramos con multiplicidad de conceptos a los que se les añade la palabra como prefijo o sufijo, quien sabe con qué intenciones.
Como Coach profesional puedo hablaros de los procesos de transformación que he podido acompañar en estos años, ya sea a nivel de Organizaciones o a nivel estrictamente Personal. Fijaros que hablo más de transformación que de cambios, puesto que entiendo los primeros como la construcción de unos hábitos que nos puedan llevar allá donde queramos ir, frente a lo efímero que supone algo que no se sostiene en mis comportamientos.
El proceso de Coaching es útil cuando la persona quiere realmente asumir un objetivo que para ella es importante, y aquí podemos hablar de cualquier faceta de nuestra Vida, siempre que no implique una patología, ya que entonces el profesional más adecuado será un psicólogo o psiquiatra, en función del caso.
Si la persona no está dispuesta a implicarse al 100% en esa transformación, lo más posible es que el proceso no culmine con éxito, algo que muchos de nosotros hemos podido comprobar en alguna ocasión y, en mi caso, se produjo con un cliente corporativo, al que la empresa sometió con una fuerte resistencia que devino en un completo bloqueo que nos llevó a abortar el mismo.
A partir de ahí, la complicidad entre Coach y Coachee (nombre que recibe la persona que inicia el camino), deviene absolutamente fundamental ya que la confianza es el primero de los pilares en los que se basa nuestra relación, ya sea con una persona o con un equipo de ellas.
En un proceso de Coaching, y fijaros que no hablo de sesión si no de proceso ya que una sola resulta a todas luces insuficiente, la persona se sorprenderá de su propio potencial, de las decisiones que están a su alcance, de la cantidad de limitaciones autoimpuestas por no escucharse a sí misma y, en resumen, de su grandeza.
Transitaremos por caminos interiores que no siempre resultarán agradables pero que siempre serán necesarios; caminos de uno mismo que en ocasiones se ocultan tras frondosos bosques de egos, temores o filtros mentales y que nos llevan a la visión de nuestra esencia. También encontraremos sendas maravillosas de ese mismo interior, algunas de las cuales también habremos mantenido ocultas por el propio miedo a brillar.
¿Te apetece iniciar este camino?