Camino hacia mi
Por Jordi Vilá
Un día quise ser y fui,
Pero llegar hasta ahí, no fue una cuestión baladí, y no lo fue porque no sabía el significado de ser, como ignoraba el significado de querer.
Había oído a cientos de personas hablar de ser, mas no llegaba a imaginar que podía exceder la sensación de vivir, con minúsculas, respirar, caminar, pensar, comer, …. incluso yo hablaba del tal ser, sin pensar que esa definición se asemejaba a la de existir.
Hasta que un día pude contemplar como un puñado de personas ejercían ese ser de un modo distinto, sus palabras, sus andares, sus pensamientos, sus expresiones, estaban rodeadas de una serenidad interior que me sobrepasaba y me di cuenta de que ese era el estado en el que yo quería ser, sin ataduras impuestas por otros, sin guiones.
Profundizando en el más extraordinario de los viajes, el que lleva a nuestro interior, pude ver como ese Yo existía en mi y como estaba maniatado, amordazado y, en una palabra, maltratado por mi mismo; entonces empezó el camino hacia el ser, hacia una Vida, esta sí, con mayúsculas.
Conforme iba avanzando por ese sendero, unas veces tortuoso y otras simplemente delicioso, una luz de conocimiento se iba encendiendo en mi interior, poco a poco pero de un modo constante y rotundo, sin vacilaciones; si quería vivir esa plenitud, solo sería posible vivirla desde el querer, no desde la imposición o desde el guión escrito por convencionalismos trasnochados.
Empezaron a romperse amarras y puedo aseguraros que no se rompieron sin producir angustia ya que, a fin de cuentas, era el terreno de lo conocido, por tortuoso que eso pudiera resultar y lo hacía más confortable que la ignota tierra de la incertidumbre.
Hoy soy consciente de que no era ese el objetivo, puesto que el objetivo es el propio camino en sí mismo, con el goce de transitarlo en consciencia de hacerlo, disfrutando de cada una de las briznas de hierba que hay en él y que cada una de ellas tiene algo para mi.
Un día quise ser y fui, y lo hice queriendo ser