Buen viaje
Por Jordi Vilá
Mis queridos Juan, Ana, Pedro, María, Santiago, Mónica, Sergio o Berta, os miro y pienso en el camino que os queda por recorrer, oigo vuestras quejas, sufro vuestros lamentos, siento los temores y sigo pensando que estoy en buenas manos, que la reacción ya ha empezado a tener lugar.
Veo en vuestros ojos, en el fondo de ellos, ese descontento cuna de la transformación que necesitamos. Cogéis la maleta y os vais a Alemania, Argentina, China o Brasil, con el pabellón bien alto, con el ánimo de la confianza y el poso de un coraje que no muy tarde os ha de permitir el regreso.
Veo en vosotros el futuro, el cambio, el crecimiento, el desarrollo que os devolverá de camino a casa, sembrando por esos mundos la alegría, la constancia, el coraje de quien se sabe válido y útil y reniega de la mediocridad, de la pereza, de la tiranía de la oscuridad y escoge la generosidad de la luz.
Quizás hoy os parezca una huida, pero no es más que un cambio en vuestra dirección postal, un hasta luego, una página marcada con el visado de un país cualquiera del que absorberéis su saber y en el que dejaréis también conocimiento, trabajo y riqueza.
Luchar por vuestro sueño que hoy pasa por abandonar ese apego material que aprenderéis a valorar en su justa medida, luchar por esos valores que queréis mantener y abanderar, luchar por esa Vida que queréis que sea y que será, por que así lo queréis.
Gestionar ese miedo que empieza a anidar en vosotros, haceros amigos de él y reconocer cuando es vuestro guardián y cuando vuestro carcelero, cuando vela por vuestra seguridad real y cuando lo hace por impediros crecer.
Reíros de los agoreros, de los cenizos, de los aguafiestas, porque esta es vuestra fiesta, vuestra fiesta de la Vida, por lo que nosotros ya pasamos y que hoy os espera a vosotros, nuevas generaciones.
Miro a mis hijos y veo en sus ojos disposición, arrojo, coraje, valentía, y quizás también una gotas de indignación sana, la que sale de la esencia de juventud, atenta a este mundo que sabrán construir y a los muros que deberán derribar.
No será fácil, ni rápido, pero estoy convencido de que ese nuevo mundo anunciado por los Mayas, serán ellos quienes lo construirán.
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