Arquitectos de nuestro futuro
Por Jordi Vilá
Creerme si os digo que he bajado simas muy profundas hasta tocar fondo, hasta sentir que ya no se podía ir más abajo, y ahí supe que no hay montaña, por alta que sea, que no pueda subir, pozo del que salir o circunstancia de la que sacar aprendizaje, por doloroso que este sea.
Hoy nuestros dirigentes, nuestros teóricos servidores, aquella gente a la que pagamos sus salarios, nos están sometiendo al más brutal de los acechos, sin ningún tipo de miramientos o compasión, mientras los causantes de todo este lío, campan a sus anchas, con recompensas millonarias y empresas quebradas que sanearemos nosotros.
Todo esto me lleva al convencimiento de que una era se ha acabado, como terminó el imperio romano, el español o el muro de Berlín. Un nuevo orden se va dibujando.
Otrora pensamos, y aún hay quien permanece en esa creencia, que la acumulación de bienes materiales, de reconocimiento social, era la meta en la vida pero, una vez se alcanzaron esas metas, ¿qué ocurre?, después de tener 5 coches en tu garaje, de pertenecer a los más selectos clubs sociales, de contar en tu haber con propiedades cada vez más grandes y en mayor número, surgía la pregunta, ¿y ahora?.
Cada cual en mayor o menor medida, vamos tomando consciencia de la inutilidad de acumular esas posesiones. Bendita crisis y benditos verdugos mandatarios que nos habéis enseñado, de nuevo, donde está nuestra riqueza.
Surge en estos momentos lo mejor y lo peor de cada cual, pero me quedo con lo mejor, quizás por mi optimismo indestructible. Vemos como reaparecen valores hasta hora anestesiados, la familia, la colaboración, la amistad, la complicidad. Vamos del yo al nosotros, del hedonismo al conocimiento, del miedo a la libertad, del fracaso al aprendizaje.
No debemos temer, no debemos culpar, no tiene ningún sentido, no aporta nada ni nos ayuda a salir; ¿qué es lo que puedo hacer en mi comunidad, en qué puedo yo contribuir, en que puedo ser útil?. Tan solo contestando a estas preguntas podremos encontrar los caminos que nos lleven de nuevo a la senda de la plenitud, dejemos de buscar fuera lo que solo encontraremos dentro y, sobre todo, dejemos de ser víctimas para convertirnos en arquitectos de nuestro futuro.
Hace unos años, nos hicieron un regalo: La Vida, en nuestras manos está lo que queremos hacer con ella.
¿Nos acompañas hacia la entrada de este nuevo mundo, de esta nueva sociedad?