Apego
Por Jordi Vilá
Leía en el libro “Amanecer en el desierto” de Waris Dirie, que los nómadas somalíes, no acaparan más posesiones que aquellas que pueden transportar en su tránsito de un lugar a otro o, lo que podríamos llamar, ir ligeros de equipaje.
Cada día que pasa, veo como nuestra civilización tiene una gran necesidad de posesiones o de recuerdos físicos o….y voy siendo consciente de que no son más que cadenas que nos atan y nos limitan, impidiendo ese movimiento de los nómadas, quizás no en el espacio, pero sí en el espíritu.
Nuestra mochila no podrá contener más cosas si no la vaciamos antes, así que bueno será ir aligerando esa carga y dejarla liviana para que realmente tenga cabida aquello que sea imprescindible para nuestro viaje.
¿Qué es realmente importante para mí?, todo lo que no lo sea, es prescindible y podemos dejarlo en el camino, liberándonos de una carga que no ha de aportarnos nada.
Montones de cosas y de personas con las que tenemos un apego enfermizo, de las que no podemos prescindir….hasta que nos vemos obligados a ello y comprobamos, no sin dolor en la mayoría de ocasiones, que no suponía algo capital para nosotros.
Especial incidencia tiene esto con las personas, con amigos, pareja, padres, hijos, colegas, ya que más allá de la pertenencia, percibimos sentimientos muy profundos por ellos, sin llegar a imaginarnos como puede ser la vida sin su presencia.
Un día las personas parten, quizás tan solo de nuestro lado o tal vez de su propio cuerpo pero, en cualquier caso, dejamos de tenerlos con nosotros y eso es algo que debemos aceptar, ya que el camino de cada cual debe realizarse, sean cuales sean nuestros deseos.
La riqueza de cada uno está en su interior más que en sus posesiones terrenales y, esa, nadie se la podrá quitar, nadie tendrá el poder para despojarnos de nuestra esencia, de nuestros sentimientos, de nuestros sueños, anhelos, alegrías y tristezas.
¿Qué cadenas te estás creando con tus apegos?