Adios hijo, bienvenido amor
Por Jordi Vilá
Esta mañana leía en La Contra de La Vanguardia, la entrevista de Victor-M. Amela a Cecilia Borrás, Doctora en Psicología y madre de un buen amigo de mi hijo, compañero de promoción en diseño y que, en un día aciago, decidió acabar con su vida.
Soy optimista por naturaleza y podría decir que siempre acabo encontrando el aprendizaje aún y en las peores circunstancias, en los momentos más amargos de nuestra vida, pero debo reconocer que esta circunstancia me supera, sintiéndome incapaz de imaginar siquiera el sentimiento que supone perder un hijo en cualquier caso, pero más aún cuando es él quien decide irse.
Como os digo, se me hace imposible imaginar, pero supongo un dolor incomparable, como si el ácido corrompiera las entrañas, como si uno se rompiera por dentro, como si una tristeza perpetua se asentara en mi interior. No sé si es algo que se supera e imagino una sensación de aprender a vivir con ello.
Hacia el final de la entrevista, dice que haría una cosa diferente: escuchar a su hijo con todo su ser, y eso es algo que cala en mi y se extiende como si de fina lluvia se tratara.
¿Qué suponen para nosotros nuestros hijos?, ¿cuál es el tiempo que les dedicamos y cómo se lo dedicamos?, ¿mientras leemos el penúltimo de los correos, mientras acabamos de escribir el informe, mientras analizamos el informe de cierre?
La experiencia y las palabras de Cecilia me hacen pensar en que, a esos hijos que trajimos al mundo, los trajimos por algo, por formar una familia, por trascendernos, por sentir que no todo se acababa con nosotros, por… cada cual tendrá sus motivos, tu tienes los tuyos como yo tengo los míos.
Después de leer la entrevista, miraba a mis hijos mientras dormían. A uno le veía dormir plácido, a otro agitado y, a la pequeña, con una sonrisa en los labios que me ha hecho pensar en el sueño que debía estar teniendo.
Gracias Cecilia, por compartir con otros tu dolor, tu aprendizaje y tu amor por vuestro hijo. Estoy seguro de que Miquel, allá donde esté, sentirá orgullo de haberos tenido como padres y de que tengáis la fuerza de ayudar a otros a sobrellevarlo.
Yo, desde aquí, me comprometo a estar con ellos desde mi Ser, no solo desde mi cuerpo, ¿y tu?, ¿seguirás igual o querrías cambiar algo?