Acción y reacción o quien siembra vientos recoge tempestades
Por Jordi Vilá
No es algo nuevo, Isaac Newton publicó la formulación matemática de sus leyes en 1687 y, desde entonces, no ha hecho más que confirmarse la tercera de ellas, justo la que da título al presente post: “Acción y Reacción” o, lo que viene a ser lo mismo, la fuerza que ejerza en un cuerpo en un sentido obtendrá como respuesta una fuerza de igual magnitud en sentido contrario.
Parafraseando al refranero español podríamos decir algo como “donde las dan, las toman” y, aunque obvio, no por obvio menos cierto, y eso que llevamos ya cuatrocientos años, que se dice pronto, con la dichosa ley que rige irremediablemente en el universo, por tanto, también en la física, la química y en el comportamiento humano, algo que parece que se soslaya de vez en cuando.
Cualquier decisión que tome será buena si la decisión está tomada con conciencia, aunque para alguien pueda resultar contraproducente, es mi decisión y a ella me atengo, no obstante, debo considerar que esa decisión va a tener consecuencias, unas buenas y otras no tanto, y eso es lo que parecemos olvidar en ocasiones.
La ley del Boomerang nos dice algo compatible: lo que hagamos, bueno o malo, nos será devuelto, toda causa tiene un efecto, si doy un servicio pobre, el cliente no volverá o, lo que es peor, difundirá el tipo de servicio que presto, si me alejo de la gente, el sistema se reordenará sin mi y el regreso resultará complejo, si me muestro amigable, obtendré una respuesta en tal sentido.
Si pienso que mis actos no tienen consecuencias ando bien errado, las tienen, unas tardarán más en evidenciarse y otras menos, pero siempre las tendrán, nadie es inmune a sus propios actos, y ahí me atrevo a generalizar ante la ley universal.
Cuando hablo de la ética del Coach hago hincapié en la paleta de colores que hay en cada interpretación y sostengo que lo importante es que pueda dormir con la conciencia tranquila, lo contrario significa estar traicionando mis valores y buscar consecuencias que, antes o después, pasarán factura.
¿Soy consciente de las consecuencias de mi comportamiento?